Por: Juan José Laborda Martín
Consejero de Estado e Historiador
El 26 de mayo se celebrarán elecciones generales en Guinea Ecuatorial. En esa fecha se elegirán los 100 escaños de la Cámara de Representantes; los alcaldes y concejales de los 30 municipios del país; y 60 de los 75 puestos del nuevo Senado, creado por la nueva Constitución, sometida a referéndum en noviembre de 2011. Lo más destacado de esta nueva Norma es que se pasa decididamente a un modelo formalmente presidencialista, con un presidente de la República que tiene más poderes que los presidentes de Francia o de Estados Unidos; por ejemplo, el Jefe del Estado (se usa más ese término seguramente por antigua influencia española) podrá nombrar 15 miembros del Senado. Ésa es la formalidad; pero materialmente Obiang controla todos los poderes de la República, así como las demás instancias sociales y políticas de Guinea Ecuatorial.
Reformar la Constitución fue una iniciativa del propio Obiang. El impulso reformador pudo estar motivado por dos factores: 1º) Guinea Ecuatorial cobró entonces una gran visibilidad internacional -desde presidir la Organización de Estados Africanos de la ONU, hasta organizar en su territorio diversos eventos (el campeonato continental de fútbol, como ejemplo)-; y 2º) se produjeron las revoluciones populares en varios países africanos y la subsiguiente intervención militar de Francia y de otros estados europeos (España, entre otros).
Obiang, preocupado por su prolongado ejercicio del poder, buscó con la reforma dar signos a tono con las demandas revolucionarias. La nueva Constitución establecía el límite de dos mandatos para el Presidente de la República, lo que era muy positivo, aunque para Obiang suponía prolongar catorce años más a un mandato que se inició en 1979. Junto a esta modificación, la Constitución creaba el cargo de Vicepresidente de la República, así como el Senado, un Tribunal de Cuentas y un Defensor del Pueblo.
En un primer periodo, algunos observadores vieron signos de mejora en cuanto a los Derechos Humanos y a la seguridad jurídica en el país. Desmintiendo los pronósticos de la oposición ecuatoguineana (los partidos CPDS y UP), la Vicepresidencia no fue ocupada por el hijo de Obiang (conocido como Teodorín), sino por el anterior primer ministro. El nuevo gobierno contaba con varios ministros que por su trayectoria y competencia generaron confianza dentro y fuera de Guinea Ecuatorial. Pareció que el ejercicio del poder se institucionalizaba, se sometía a las normas de la nueva Constitución, lo que era una necesidad, dada la internacionalización de la economía ecuatoguineana, las exigencias del presidente Barak Obama y la menor tolerancia mundial con gobiernos despóticos.
En estas circunstancias salta a la opinión pública el inicio de procedimientos judiciales contra su hijo Teodorín, en Francia y en Estados Unidos. Por causas muy complejas, y que van más lejos de una mera relación paternal, Obiang reacciona contra el procesamiento de su hijo como si se tratase de una persecución de las antiguas potencias coloniales, con el acompañamiento del imperialismo norteamericano. Su animadversión contra los Estados Unidos es menos explícita que la que exterioriza contra Francia, por razones que tienen que ver con el petróleo y el gas que los americanos extraen en su país; pero también, porque Obiang -que es bastante hábil en el juego internacional- sabe que los americanos quieren sustituir a Francia en los territorios africanos donde influía tradicionalmente. En cuanto a España, Obiang la considera igualmente responsable de la persecución de sufre su hijo. Los medios de comunicación españoles han informado de todo lo que afecta judicialmente a Teodorín en diversos países, y ese hecho le produce nerviosismo, primero, porque los guineanos se informan en medios españoles, y segundo, porque cree que el rey, el Gobierno y los demás dirigentes no hacen en España nada para callar en la prensa lo que afecta a su hijo.
Los empresarios españoles no tendrán oportunidades en Guinea Ecuatorial mientras Teodorín esté encausado por la Justicia francesa y norteamericana, excepto -y no es seguro- aquellos que se presten a legitimar las acciones propagandísticas del régimen ecuatoguineano (algunos empresarios y algunos periódicos quieren aprovechar las circunstancias, y probablemente fracasarán).
Obiang nombró a su hijo Teodorín Vicepresidente Segundo de la República, con importantes competencias en defensa y orden público. Ese cargo no existe en la nueva Constitución; demostración de que tampoco existe voluntad de establecer un Estado con seguridad jurídica. Internamente, por otra parte, prominentes miembros de su familia, altos cargos del régimen, han perdido el poder que tuvieron porque opinaron en contra del hijo como Vicepresidente de la República. Nunca Obiang tuvo un poder sin límites; y nunca se redujo tanto el núcleo de sus leales.
Las próximas elecciones serán por eso muy importantes. Obiang puede hacer dos cosas distintas. Respaldar su poder en unas nuevas instituciones que expresen el auténtico pluralismo de la sociedad ecuatoguineana; o repartir los nuevos cargos sólo a aquellos que proclaman su adhesión completa a su persona, con la certeza de que esa adhesión durará lo que dure el dinero que conlleva. Esta segunda posibilidad, que desgraciadamente volverá a ser la más probable, puede abrir una fase de inestabilidad social.
Sigo pensando que España, junto con los Estados Unidos, puede influir beneficiosamente en el destino inmediato de Guinea Ecuatorial.