miércoles, 20 de julio de 2011

RESOLUCIÓN 2625 (XXV) de la Asamblea General de Naciones Unidas, de 24 de octubre de 1970

RESOLUCIÓN 2625 (XXV) de la Asamblea General de Naciones Unidas, de 24 de octubre de 1970, que contiene la DECLARACIÓN RELATIVA A LOS PRINCIPIOS DE DERECHO INTERNACIONAL REFERENTES A LAS RELACIONES DE AMISTAD Y A LA COOPERACIÓN ENTRE LOS ESTADOS DE CONFORMIDAD CON LA CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS.

La Asamblea General,


Recordando sus resoluciones 1815 (XVII) de 18 de diciembre de 1962, 1966 (XVIII) de 16 de diciembre de 1963, 2103 (XX) de 20 de diciembre de 1965, 2181 (XXI) de 12 de diciembre de 1966, 2327 (XXII) de 18 de diciembre de 1967, 2463 (XXIII) de 20 de diciembre de 1968 y 2533 (XXIV) de 8 de diciembre de 1969, en las que afirmó la importancia del desarrollo progresivo y la codificación de los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados,

Habiendo examinado el informe del Comité Especial de los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados, que se reunió en Ginebra del 31 de marzo al 1º de mayo de 1970,

Poniendo de relieve la suprema importancia de la Carta de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y para el desarrollo de las relaciones de amistad y la cooperación entre los Estados,

Profundamente convencida de que la aprobación, durante la celebración del vigésimo quinto aniversario de las Naciones Unidas, de la Declaración sobre los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, contribuiría a fortalecer la paz mundial y constituiría un acontecimiento señalado en la evolución del Derecho Internacional y de las relaciones entre los Estados al promover el imperio del derecho entre las naciones y, en particular, la aplicación universal de los principios incorporados en la Carta,

Considerando la conveniencia de difundir ampliamente el texto de la Declaración,

1. Aprueba la Declaración sobre los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, cuyo texto figura en el anexo a la presente resolución;

2. Expresa su reconocimiento al Comité Especial por su labor, cuyo resultado ha sido la preparación de la Declaración;

3. Recomienda que se realicen los mayores esfuerzos para que la Declaración sea de reconocimiento general.

ANEXO

Declaración sobre los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas

PREÁMBULO

La Asamblea General,

Reafirmando que, conforme a la Carta, entre los propósitos fundamentales de las Naciones Unidas figuran el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y el fomento de las relaciones de amistad y de la cooperación entre las naciones,

Recordando que los pueblos de las Naciones Unidas están resueltos a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos,

Teniendo presente la importancia de mantener y fortalecer la paz internacional fundada en la libertad, la igualdad, la justicia y el respeto de los derechos humanos fundamentales y de fomentar las relaciones de amistad entre las naciones, independientemente de las diferencias existentes entre sus sistemas políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo.

Teniendo presente además la suprema importancia de la Carta de las Naciones Unidas para fomentar el respeto del derecho entre las naciones,

Considerando que la fiel observancia de los principios de derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados y el cumplimiento de buena fe de las obligaciones contraída por los Estados, de conformidad con la Carta, es de la mayor importancia para el mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales y para la realización de los demás propósitos de las Naciones Unidas,

Observando que los grandes cambios políticos, económicos y sociales y el progreso científico que han tenido lugar en el mundo desde la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas, hacen que adquieran mayor importancia estos principios y la necesidad de aplicarlos en forma más efectiva en la conducta de los Estados en todas las esferas,

Recordando el principio establecido de que el espacio ultraterrestre, incluso la luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso o ocupación, ni de ninguna otra manera, y consciente de que en las Naciones Unidas se está considerando la cuestión de establecimiento de otras disposiciones pertinentes de inspiración similar,

Convencida de que el estricto cumplimiento por los Estados de la obligación de no intervenir en los asuntos internos de cualquier otro Estado es condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones, ya que la práctica de cualquier forma de intervención, además de violar el espíritu y la letra de la Carta de las Naciones Unidas, entraña la creación de situaciones atentatorias contra la paz y la seguridad internacionales,

Recordando el deber de los Estados de abstenerse en sus relaciones internacionales de ejercer coerción militar, política, económica o de cualquier otra índole contra la independencia política o la integridad territorial de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas,

Considerando que es indispensable igualmente que todos los Estados arreglen sus controversias internacionales por medios pacíficos de conformidad con la Carta,

Reafirmando, de conformidad con la Carta, la importancia básica de la igualdad soberana y subrayando que los propósitos de las Naciones Unidas sólo podrán realizarse si los Estados disfrutan de igualdad soberana y cumplen plenamente las exigencias de este principio en sus relaciones internacionales,

Convencida de que la sujeción de los pueblos a la subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye uno de los mayores obstáculos al fomento de la paz y la seguridad internacionales,

Convencida de que el principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos constituye una importante contribución al Derecho Internacional contemporáneo, y de que su aplicación efectiva es de la suprema importancia para fomentar entre los Estados las relaciones de amistad basadas en el respeto del principio de la igualdad soberana,

Convencida, en consecuencia, de que todo intento de quebrantar parcial o totalmente la unidad nacional y la integridad territorial de un Estado o país o su independencia política es incompatible con los propósitos y principios de la Carta,

Considerando las disposiciones de la Carta en su conjunto y teniendo en cuenta la función de las resoluciones pertinentes aprobadas por los órganos competentes de las Naciones Unidas en relación con el contenido de los principios,

Considerando que el desarrollo progresivo y la codificación de los siguientes principios:

a) El principio de que los Estados, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquie otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas,

b) El principio de que los Estados arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia,

c) La obligación de no intervenir en los asuntos que son de la jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta,

d) La obligación de los Estados de cooperar entre sí, de conformidad con la Carta,

e) El principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos,

f) El principio de la igualdad soberana de los Estados,

g) El principio de que los Estados cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con la Carta;

para conseguir su aplicación más efectiva dentro de la Comunidad Internacional, fomentarían la realización de los propósitos de las Naciones Unidas,

Habiendo considerado los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados,

1. Solemnemente proclama los siguientes principios:

El principio de que los Estados, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas

Todo Estado tiene el deber de abstenerse en sus relaciones internacionales de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las naciones Unidas. Tal amenaza o uso de la fuerza constituye una violación del Derecho Internacional y de la Carta de las Naciones Unidas y no se empleará nunca como medio para resolver cuestiones internacionales.

Una guerra de agresión constituye un crimen contra la paz, que, con arreglo al Derecho Internacional, entraña responsabilidad.

Conforme a los propósitos y principios de las Naciones Unidas, los Estados tienen el deber de abstenerse de propaganda a favor de las guerras de agresión.

Todo Estado tiene el deber de abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza para violar las fronteras internacionales existentes de otro Estado o como medio de resolver controversias internacionales, incluso las controversias territoriales y los problemas relativos a las fronteras de los estados.

Asimismo, todo Estado tiene el deber de abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza para violar las líneas internacionales de demarcación, tales como las líneas de armisticio, que se establezcan por un acuerdo internacional del que sea parte o que esté obligado a respetar por otras razones, o de conformidad con ese acuerdo. Nada de lo anterior se interpretará en el sentido de que prejuzga las posiciones de las partes interesadas en relación con la condición y efectos de dichas líneas de acuerdo con sus regímenes especiales, ni en el sentido de que afecta a su carácter temporal.

Los Estados tienen el deber de abstenerse de recurrir a cualquier medida de fuerza que prive a los pueblos aludidos en la formulación del principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de su derecho a la libre determinación y a la libertad y a la independencia.

Todo Estado tiene el deber de abstenerse de organizar o fomentar la organización de fuerzas irregulares o de bandas armadas, incluidos los mercenarios, para hacer incursiones en el territorio de otro Estado.

Todo Estado tiene el deber de abstenerse de organizar, instigar, ayudar o participar en actos de guerra civil o en actos de terrorismo en otro Estado, o de consentir actividades organizadas dentro de su territorio encaminadas a la comisión de dichos actos, cuando los actos a que se hace referencia en el presente párrafo impliquen el recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza.

El territorio de un Estado no será objeto de ocupación militar derivada del uso de la fuerza en contravención de las disposiciones de la Carta. El territorio de un Estado no será objeto de adquisición por otro Estado derivada de la amenaza o el uso de la fuerza. No se reconocerá como legal ninguna adquisición territorial derivada de la amenaza o el uso de la fuerza. Nada de lo dispuesto anteriormente se interpretará en un sentido que afecte:

a) a disposiciones de la carta o cualquier acuerdo internacional anterior al régimen de la Carta y que sea válido según el Derecho Internacional; o

b) los poderes del Consejo de Seguridad de conformidad con la Carta.

Todos los Estados deberán realizar de buena fe negociaciones encaminadas a la rápida celebración de un tratado universal de desarme general y completo bajo un control internacional eficaz, y esforzarse por adoptar medidas adecuadas para reducir la tirantez internacional y fortalecer la confianza entre los Estados.

Todos los Estados deberán cumplir de buena fe las obligaciones que les incumben en virtud de los principios y normas generalmente reconocidos del Derecho Internacional con respecto al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, y tratarán de aumentar la eficacia del sistema de seguridad de las Naciones Unidas basado en la Carta.

Ninguna de las disposiciones de los párrafos precedentes se interpretará en el sentido de que amplía o disminuye en forma alguna el alcance de las disposiciones de la Carta relativas a los casos en que es legítimo el uso de la fuerza.

El principio de que los Estados arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia

Todos los Estados arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia.

Los Estados, en consecuencia, procurarán llegar a un arreglo pronto y justo de sus controversias internacionales mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a los organismos o sistemas regionales u otros medios pacíficos que ellos mismos elijan. Al procurar llegar a ese arreglo las partes convendrán en valerse de los medios pacíficos que resulten adecuados a las circunstancias y a la naturaleza de la controversia.

Las partes en una controversia tienen el deber, en caso de que no se logre una solución por uno de los medios pacíficos mencionados, de seguir tratando de arreglar la controversia por otros medios pacíficos acordados por ellas.

Los Estados partes en una controversia internacional, así como los demás Estados, se abstendrán de toda medida que pueda agravar la situación de modo que ponga en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, y obrarán en conformidad con los propósitos y principios de las Naciones Unidas.

El arreglo de las controversias internacionales se basará en la igualdad soberana de los Estados y se hará conforme al principio de libre elección de los medios. El recurso a un procedimiento de arreglo aceptado libremente por los Estados, o la aceptación de tal procedimiento, con respecto a las controversias existentes o futuras en que sean Partes, no se considerará incompatible con la igualdad soberana.

Ninguna de las disposiciones de los párrafos precedentes prejuzga o deroga las disposiciones aplicables de la Carta, en particular las relativas al arreglo pacífico de controversias internacionales.

El principio relativo a la obligación de no intervenir en los asuntos que son de la jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta

Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho a intervenir directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. Por tanto, no solamente la intervención armada, sino también cualesquiera otras formas de injerencia o de amenaza atentatoria de la personalidad del Estado, o de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen, son violaciones del Derecho Internacional.

Ningún Estado puede aplicar o fomentar el uso de medidas económicas, políticas o de cualquier otra índole para coaccionar a otro Estado a fin de lograr que subordine el ejercicio de sus derechos soberanos y obtener de él ventajas de cualquier orden. Todos los Estados deberán también abstenerse de organizar, apoyar, fomentar, financiar, instigar o tolerar actividades armadas, subversivas o terroristas encaminadas a cambiar por la violencia el régimen de otro Estado, y de intervenir en una guerra civil de otro Estado.

El uso de la fuerza para privar a los pueblos de su identidad nacional constituye una violación de sus derechos inalienables y del principio de no intervención.

Todo Estado tiene el derecho inalienable a elegir su sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia en ninguna forma por parte de ningún otro Estado.

Nada en los párrafos precedentes deberá interpretarse en el sentido de afectar las disposiciones pertinentes de la Carta de las Naciones Unidas relativas al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

La obligación de los Estados de cooperar entre sí, de conformidad con la Carta

Los Estados tienen el deber de cooperar entre sí, independientemente de las diferencias en sus sistemas políticos, económicos y sociales, en las diversas esferas de las relaciones internacionales, a fin de mantener la paz y la seguridad internacionales y de promover la estabilidad y el progreso de la economía mundial, el bienestar general de las naciones y la cooperación internacional libre de toda discriminación basada en esas diferencias.

A este fin:

a) los Estados deberán cooperar con otros Estados en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales;

b) los Estados deben cooperar para promover el respeto universal a los derechos humanos, y a las libertades fundamentales de todos y la efectividad de tales derechos y libertades, y para eliminar todas las formas de discriminación racial y todas las formas de intolerancia religiosa;

c) los Estados deben conducir sus relaciones internacionales en las esferas económica, social, cultural, técnica y comercial, de conformidad con los principios de la igualdad soberana y la no intervención;

d) los Estados Miembros de las Naciones Unidas tienen el deber de adoptar medidas, conjunta o separadamente, en cooperación con las Naciones Unidas, de conformidad con las disposiciones pertinentes de la Carta.

Los Estados deben cooperar en las esferas económica, social y cultural, así como en la esfera de la ciencia y la tecnología, y promover el progreso de la cultura y la enseñanza en el mundo. Los Estados deben cooperar para promover el crecimiento económico en todo el mundo, particularmente en los países en desarrollo.

El principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos

En virtud del principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos, consagrado en la Carta, todos los pueblos tienen el derecho de determinar libremente, sin injerencia externa, su condición política y de proseguir su desarrollo económico, social y cultural, y todo Estado tiene el deber de respetar este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta.

Todo Estado tiene el deber de promover, mediante acción conjunta o individual, la aplicación del principio de la igualdad soberana de derechos y de la libre determinación de los pueblos, de conformidad con las disposiciones de la Carta, y de prestar asistencia a las Naciones Unidas en el cumplimiento de las obligaciones que se le encomiendan por la Carta respecto de la aplicación de dicho principio, a fin de:

a) fomentar las relaciones de amistad y la cooperación entre los Estados; y

b) poner fin rápidamente al colonialismo, teniendo debidamente en cuenta la voluntad libremente expresada de los pueblos a la subyugación de que se trate; y teniendo presente que el sometimiento de los pueblos a la subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una violación del principio, así como una denegación de los derechos humanos fundamentales, y es contraria a la Carta de las Naciones Unidas.

Todo Estado tiene el deber de promover, mediante acción conjunta o individual, el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales y la efectividad de tales derechos y libertades de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.

El establecimiento de un Estado soberano e independiente, la libre asociación o integración con un Estado independiente o la adquisición de cualquier otra condición política libremente decidida por un pueblo constituyen formas del ejercicio del derecho de libre determinación de ese pueblo.

Todo Estado tiene el deber de abstenerse de recurrir a cualquier medida de fuerza que prive a los pueblos antes aludidos en la formulación de presente principio de su derecho a la libre determinación y a la libertad y a la independencia. En los actos que realicen y en la resistencia que opongan contra esas medidas de fuerza con el fin de ejercer su derecho a la libre determinación, tales pueblos podrán pedir y recibir apoyo de conformidad con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.

El territorio de una colonia u otro territorio no autónomo tiene, en virtud de la Carta de las Naciones Unidas, una condición jurídica distinta y separada de la del territorio del Estado que lo administra, y esa condición jurídica distinta y separada conforme a la Carta existirá hasta que el pueblo de la colonia o territorio no autónomo haya ejercido su derecho de libre determinación de conformidad con la Carta y, en particular, con sus propósitos y principios.

Ninguna de las disposiciones de los párrafos precedentes se entenderá en el sentido de que autoriza o fomenta cualquier acción encaminada a quebrantar o menospreciar, total o parcialmente, la integridad territorial de Estados soberanos e independientes que se conduzcan de conformidad con el principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos antes descritos y estén, por tanto dotados de un gobierno que represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción por motivo de raza, credo o color.

Todo Estado se abstendrá de cualquier acción dirigida al quebrantamiento parcial o toal de la unidad nacional e integridad territorial de cualquier otro Estado o país.

El principio de la igualdad soberana de los Estados

Todos los Estados gozan de igualdad soberana. Tienen iguales derechos e iguales deberes y son por igual miembros de la comunidad internacional, pese a las diferencias de orden económico, social, político o de otra índole.

En particular, la igualdad soberana comprende los elementos siguientes:

a) los Estados son iguales jurídicamente;

b) cada Estado goza de los derechos inherentes a la plena soberanía;

c) cada Estado tiene el deber de respetar la personalidad de los demás Estados;

d) la integridad territorial y la independencia política del Estado son inviolables;

e) cada Estado tiene el derecho a elegir y a llevar delante libremente sus sistema político, social, económico y cultural;

f) cada Estado tiene el deber de cumplir plenamente y de buena fe sus obligaciones internacionales y de vivir en paz con los demás Estados.

El principio de que los Estados cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con la Carta

Todo Estado tiene el deber de cumplir de buena fe las obligaciones que ha contraído en virtud de la Carta de las Naciones Unidas.

Todo Estado tiene el deber de cumplir de buena fe las obligaciones contraídas en virtud de los principios y normas de Derecho Internacional generalmente reconocidos.

Todo Estado tiene el deber de cumplir de buena fe las obligaciones contraídas en virtud de acuerdos internacionales válidos con arreglo a los principios y normas de Derecho Internacional generalmente reconocidos.

Cuando las obligaciones derivadas de acuerdos internacionales estén en pugna con las obligaciones que impone a los Estados Miembros de las Naciones Unidas la Carta de la Organización, prevalecerán estas últimas.

Disposiciones generales
2. Declara que:

Por lo que respecta a su interpretación y aplicación, los principios que anteceden están relacionados entre sí y cada uno de ellos debe interpretarse en el contexto de los restantes.

Nada de lo enunciado en la presente Declaración se interpretará en forma contraria a las disposiciones de la Carta o en perjuicio de los derechos y deberes de los Estados Miembros en virtud de la Carta o de los derechos de los pueblos en virtud de la Carta, teniendo en cuenta la formulación de esos derechos en la presente Declaración.

3. Declara además que:

Los principios de la Carta incorporados en la presente Declaración constituyen principios básicos de Derecho Internacional y, por consiguiente, insta a todos los Estados a que se guíen por estos principios en su comportamiento internacional y a que desarrollen sus relaciones mutuas sobre la base de su estricto cumplimiento.

Carta Abierta a Barack Obama

Por: Teresa Oyana Bindang
Carta Abierta al Presidente de los EEUU Sr. Barack Hussein Obama

Hermano Obama:


Al principio de su elección como presidente de los Estados Unidos de América recibió el Premio Nobel de la Paz, hoy por hoy, el máximo galardón que se concede a los que han destacado en la lucha para una buena convivencia entre los hombres de todo el mundo. Cuando se producía la entrega del premio, los que observamos los asuntos humanitarios del mundo reflexionamos sobre el hecho de que el mismo se le concedía antes de cometer cualquier error que lo empañe, y muchísimo antes de atesorar otros méritos que no sean los ganados en su anterior ejercicio de hombre público dedicado a su pueblo.

Si todavía no conoce las profundas razones por las que le concedieron aquel premio, le tenemos que recordar que es un reconocimiento a la lucha de los negros para ganar su consideración humana frente a los blancos que negaban aquella condición, lucha larguísima llevada a cabo por generaciones de hombres cuyos anhelos más profundos fueron expresados emotivamente por el pastor Luther King en su sueño, el sueño de todos los negros con quienes luchaba. Han pasado muchos años, hermano, y hoy podemos decir que no solamente los negros son pisoteados por los blancos, sino que, basada en una realidad que ya es tenida por un axioma, la capacidad de los hombres en dividirse entre opresores y oprimidos es infinita. Y este axioma tiene un doloroso ejemplo en la República de Guinea Ecuatorial.

Hermano Obama, el simple hecho de ser galardonado con el Nobel de la Paz le impide ignorar que en Guinea ocurren muchas atrocidades injustificables si se asocian todos los elementos. No debería ignorar que hace unos años, siete cadáveres de negroafricanos fueron encontrados en un vertedero de Bata sin que se supiera las circunstancias de su muerte y las órdenes recibidas por los testigos para que dichos cuerpos tuvieran aquel final. Transcendió que los locutores que hablaron del caso fueron castigados, la prueba de que desde el poder se impuso el silencio. Eran africanos de raza negra que entraron por nuestra frontera en busca de una vida mejor. Y podrían haberla encontrado de no ser por la interposición del hado infeliz que propició aquel desenlace macabro. Pero sabrá pronto que el hado infeliz no es el azar.

Su estado de galardonado le impide desconocer que el régimen que gobierna en Guinea utiliza a personas adolescentes en los cuerpos de seguridad, pero una elección desafortunada por la juventud de los muchachos, susceptibles de ser condicionados por el mal debido al rigor extremo de la presión a la que son sometidos y a la dureza de la disciplina de los instructores israelíes, ciudadanos de un país aliado del que preside. Y es que condicionaría la trayectoria humana de un adolescente si pudiera, sin razón aparente, matar de cuatro tiros a bocajarro al ciudadano con quien discutiera por una cuestión trivial. Y esto pasa en nuestro país, hermano Obama, sin ninguna guerra declarada de bandos enfrentados. Los testimonios de la irracionalidad de los muchachos armados son muchos, y parte de los mismos son recogidos en un informe que sus emisarios le tendrían que haber hecho llegar.

Su estado le impide desconocer que en Guinea rige una camarilla dictatorial que no solamente mantiene a sus conciudadanos en la pobreza, sino que viola sus derechos y le impide el goce de las libertades mínimas. Este mismo estado de galardonado le impide saber que dicha camarilla lleva tres décadas en poder, y sin muestras de que quiera permitir un ejercicio mínimo de democracia política.

Si esta situación desastrosa ya apela a su estado de galardonado con el más alto grado de humanismo, clama al cielo que la misma contara con la complicidad de ciudadanos e instituciones de su país, el país que es actualmente la primera potencia mundial, englobada esta complicidad en aspectos económicos, políticos y estratégicos. Si no esperábamos su inacción por el estado en que creíamos que no tomaba parte, es doloroso reconocer que tiene sus manos en la historia del dolor de la república de Guinea Ecuatorial.

Y si esto ocurre, le diremos que su silencio no es por la posibilidad del control del flujo de hidrocarburos que fluye de nuestro subsuelo. Es una falacia que no tiene ninguna justificación. Es decir, no se calla por lo que pasa en Guinea porque se aprovecha de nuestro petróleo. Es una falacia propagada con intereses ocultos. Si la nación más poderosa del mundo se escuda en el aprovechamiento de los recursos de un pequeño país africano para permitir que su clase dirigente sojuzgue a su población manteniéndola en la perenne irracionalidad, tenemos que aportar a la luz pública la mendacidad de este argumento, pues es sabido que uno de Ios aliados de esta potencia, Israel, no solamente participa en la preparación de las mencionadas fuerzas de élite, sino proporciona armamento a nuestro país, embolsando suculentos beneficios a costa de la miseria de los ciudadanos de un país que no tendría razones para requerir equipo bélico de no ser por la rapiña desatada por los dirigentes, que se vuelven temerosos de que cualquiera imponga la justicia y paguen por sus males.

Hermano Obama, el apoyo que recibe Teodoro Obiang no es por las facilidades de rentabilizar las relaciones económicas, pues el petróleo guineano no es un patrimonio de la familia de Obiang. Si todavía no encuentran razones para dicha protección, pondremos a la luz pública el hecho de que la camarilla puede ser vapuleada con un gesto bélico mínimo del ejército del país que usted dirige. ¿Qué sentido tiene escudarse en falsas razones para sostener esta maldad que se comete en Guinea si las fuerzas militares de su país le dan protección? ¿Qué sentido tiene, hermano Obama, que del dinero que le pagáis a nuestro presidente sacáis una porción superior a la que destina anualmente a la educación con el propósito de darle mejor imagen que la que tiene por secuestrar nuestras vidas? Eso se lee hoy, hermano Obama, en los medios de comunicación de su país. No tenéis ninguna excusa.

Le llamo hermano, señor Obama, porque en sus venas corre sangre africana, y quizá una sangre hermana de la que corre por las venas de muchos ciudadanos de Guinea Ecuatorial. Y le diré, señor Obama, que los negros ya pagaron con su vida el despliegue industrial y el bienestar de los Estados Unidos de América. Ya no tenemos deudas que saldar. Ya hicimos nuestra dolorosa ofrenda al bienestar de los blancos cuando nuestros antepadres fueron capturados para ser llevados a destinos ignotos. Como se dice en el lenguaje bíblico, ya no tenemos otra mejilla que poner.

Guinea Ecuatorial es un país pequeño, insignificante para los propósitos de la geoestrategia política del mundo, pero nuestras vidas pequeñas no deben ser vividas por otros en nuestro nombre. Queremos, ahora que podemos, encontrar los elementos para hacer de nuestro sitio pequeño un lugar para vivir. No pondremos objeción a la legalidad de los montos millonarios que nuestro presidente tiene en vuestros bancos. Ni será posible que los millones desembolsados en la adquisición de bienes lejanos sean devueltos a nuestro país, pero es doblemente doloroso, hermano Obama, que sea testigo de nuestra dolorosa historia y que siga creyendo que el premio que os fue concedido es para contentar a los que escriben la Historia.

Nuestro país es pequeño y tiene una voz débil, esta voz que alguna vez he intentado que sea escuchada. Pero si perdiera la vida en este intento por hacer que se escuche nuestra voz, lo haré con la convicción de que nunca pedí ninguna quimera ni nada que no pudiera ser alcanzada por la comunidad de los hombres que atestiguan nuestra trágica existencia.


Barcelona, 8 de junio de 2011

El Residuo vergonzante del hombre de Guinea

Por: Luis Lucia Ubango

Puede verse como un relato cotidiano de la vida o la realidad de una region que vivio' un cambio historico y esperanzador, con la llegada del hombre blanco al territorio. Un momento crucial cuando el colonizador decide explotar esa tierra y civilizar a sus gentes. Para ello todos sus habitantes debian ser evangelizados, enseñarles el mejor camino que conduce a la felicidad. A ser catolicos y creyentes, obligados a casarse con una sola mujer y formar una familia convencional a imagen y semejanza de la occidental. Sin embargo, no fue tan sencillo acabar con unas costumbres tan enraizadas. Demasiados dilemas morales, no tan faciles de asimilar asi de repente, en medio de tantas contradicciones que caracterizaban la sociedad colonial. Mientras unas regiones del pais se adaptaban rapidamente al estilo de vida europeo en detrimento de las costumbres nativas, otras zonas mostraron mayores resistencias... sobre todo los poblados mas reconditos del interior de Rio Muni.


Las formas de vida actuales ya se perfilaron en el ultimo tercio del siglo XIX. ¿ Pero en que lugar se dejo' a la mujer ?, ¿ porque' el progreso no acaba de ser extensible para todas las guineanas ?, ¿ porque' siguen aceptando las costumbres machistas de nuestros antepasados ?. Esta es la historia de muchas esposas angustiadas por el egoismo neurotico e hipocondriaco de esos maridos poligamos que todavia existen en Guinea : un residuo vergonzante. La busqueda de una vida mejor y confortable animo' a muchos hombres a ser autenticos, como reflejo de una sociedad que estaba cambiando, es decir casarse con una mujer y serla fiel hasta el resto de sus vidas. ¡ que' orgullosos se mostraban sus hijos !, por tener unos padres que ofrecian claros ejemplos de honrades, vida ordenada, independencia, sentido comun y planificacion. Todo lo contrario de aquellos otros hombres que en lugar de ser autenticos maridos fieles, solo finguian parecerlo. Casados con cuatro esposas ello suponia contentar a cuatro suegros y suegras, ademas de a los padres de las concubinas... ¿ Esta es la mejor vida que esperaban estos suegros para sus hijas ?. Un patologico complejo que trataba de ejercer el dominio sobre la mujer, humillarla. En las sociedades tradicionales de base agraria, tener varias mujeres y muchos hijos, era la unica manera para salir de la miseria... mucha mano de obra para cultivar la tierra y criar animales. ¿ Pero que sentido tiene hoy el ser poligamo ?. Un continuo lamento por la explotacion y la falta de respeto a la mujer. Las que aceptan ese yugo se justifican diciendo que no pueden ir en contra de la opinion de sus abuelas y de las madres que las enseñaron que las cosas eran asi en el pueblo. " Una novia ha de ser raptada ( Abom ), la familia debe recibir una dote por su entrega... que luego devolvera' al marido si ella decide separarse. Que ser la 1ª, segunda o quinta esposa de un hombre es normal. Lo importante es tener una casa donde criar a tus hijos, que no son tuyos sino del marido por que el dia que te divorcies, ellos se quedan con el...". Las mujeres Fang nunca alcanzan la mayoria de edad. Siempre son tratadas como menores o niñas. Primero las tiene el padre para pasarselas al marido; solo son mayores de edad las separadas o viudas. ¡ Que gran problema !, cuando una hija quiere separarse y no tiene dinero para devolver una dote que ya malgasto' el padre o entrego' a un hijo varon para que se case.

Continuare'...