DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA
(publicado por: LD)
GUINEA ECUATORIAL: CORRUPCIÒN TOTAL /Maya Jurt
Hubiera podido ser una suculenta crónica de „Sal y Pimienta“ si no se tratara de un asunto muy negro sobre Guinea Ecuatorial, divulgado por la revista Bilanz, uno de los rotativos de investigación económica más serios de la Confederación Helvética, y por la prensa internacional, y que se ha saldado con la reciente expulsión de Suiza del hasta entonces embajador de Guinea ante las Naciones Unidas en Ginebra, Marcelo Engonga Motulu Mikue, alias „Maduc-Ley“ (el engaña-ley), devuelto a su país de origen donde un clan, corrupto hasta la médula, se atrinchera en la dictadura que mantiene al pueblo en la miseria y al país en la marcha atrás.
En la semana del 31 de mayo al 4 de junio, ocho hombres de negocios ginebrinos provocaron no poco revuelo en Malabo, la capital guineana. En el grupo estaban Motulu, Llansol, el abogado Nicolás Croisy, el „inspector“ Pascal Bouchetemble, José Mutombo-Kady, el banquero jubilado Joseph Robin, Martín Romagnoni, José Luís Sánchez y Michel Blanch. No hará falta presentar de nuevo a Motulu.
Víctor Llansol Guy, nacido el 16 de marzo de 1945 en Tretinon (Pirineos orientales, Francia), ejerce la función de consejero económico del presidente Obiang Nguema. Provisto de pasaporte diplomático No. 934/92, este ciudadano francés, acusado de robo en 1975 y condenado a cinco años de prisión en Montpellier en 1977 por robo con circunstancias agravantes, es una personalidad importante en Guinea Ecuatorial. Cumplió condena en la cárcel modelo de Mausac. En 1980 se le prohíbe la entrada en las salas de juego e hipódromos de toda Francia. Es de nuevo detenido en 1982 en compañía de sus cómplices, Albert Soavi, Claude García y Marcelo Llansol, su hermano, por falsificación y tenencia de objetos robados. En 1983 es acusado de nuevo, juntamente con su amiguita Renée Rosnoblet, por falsificación y puesta en circulación de billetes de 50 y 100 dólares. En 1987 le encontramos en Carnet, en la Costa Azul, como gerente de la sociedad „Européene de Nágoce“, caída en bancarrota y liquidada judicialmente en enero de 1989. Víctor Llansol Guy ha sido condenado por las entidades bancarias a no tener acceso a ningún tipo de cuenta corriente hasta el año 2003. Su tarjeta de crédito fue bloqueada el 7 de abril de 1992, el mismo día en que, sin fondos, firmó un cheque de 120.000 FF (aprox. 2.760.000 Ptas.).
En cuanto a los demás el rollo se enrolla: Nicolás Croisy es el abogado que ha creado, junto con su hermano Renaud Croisy, Andromis, S.A., una sociedad destinada a exportar medicamentos y material médico a Guinea. Croisy, que es también el abogado de Llansol, ha creado también Auto Equateur, S.A. dirigida por el francés Pascal Bouchetemble y José Luís Sánchez, de quien dice Llansol que „no está para mucho tiempo“. La tarjeta de visita que Bouchetemble distribuye ceremoniosamente lleva el número de teléfono de un honorable banco japonés Bank Kankaku S.A. de Ginebra y se arma un lío tremendo cuando se quiere entrar en comunicación con el empleado de la casa del sol naciente; de día nadie le conoce en la banca, pero por las tardes, al caer el sol, un vigilante contesta diciendo que ese „colega“se ha ido. En su ilustre tarjeta figura igualmente el número de fax que es el del abogado Croisy.
El objetivo de Auto Equateur S.A. es la exportación de coches y piezas de recambio a Guinea, sin embargo el señor Engonga Motulu presenta también a su experto para los negocios de coches, Jean Daniel Defago, un valesano que vive en el cantón de Vaud, que acaba de conocer un estrepitoso fracaso en el sector hotelero, que antes había sido director de la casa Fiat (Suiza) S.A. en Ginebra y a quien se conoce en su localidad de Arzier por las deudas que lleva arrastrando desde hace años junto al incremento de los acreedores.
Los planes de Llansol y Engonga Motulu son alucinantes. Bilanz se halla en posesión de un contrato firmado el 14 de mayo de 1993 por Llansol, en calidad de gerente de la SEEI (Sociedad de Expansión Económica e Industrial) con Milán Milosevic, director de la más grande cooperativa agro-serbia, la Agrovojvodina. Un contrato que lleva el visto bueno del embajador serbio en las Naciones Unidas, Pavicevic. Los tres socios, la SEEI de Llansol, la Agrovojvodina de Milan y el gobierno de Guinea proyectan la construcción de una fábrica de montaje de coches, autobuses y tractores. Cuatro días antes, el 10 de mayo, el embajador Engonga Motulu habia también firmado un contrato con el mismo Milan Jevtovic, propietario del grupo Contec S.A. Contec Trading S.A. y de Cony Tours S.A., y con otros socios como Thomas Kearns y Ken Stanojevich, de la Global Countertrade de Chicago. El protocolo de este contrato habla de una sociedad, Codis S.A., creada entre Motulu y Jevtovic, cuyo capital ha sido invertido al 100% por Codis S.A. de Jevtovic. Los accionistas de esta flamante sociedad son Teodoro Obiang Nguema (el presidente, 25%), Teodoro Nguema Obiang (hijo, 10%), Marcelo Engonga Motulu (25%).
Por otra parte Jevtovic extiende un cheque de 5.000 francos suizos al embajador guineano para la creación en Malabo de Codis S.A. En los demás días Cony Tours se ha encargado de la financiación de los múltiples desplazamientos del representante de Obiang en Ginebra. Contec Trading entregó en líquido unos 35.000 francos suizos para el funcionamiento de la embajada guineana; entonces el embajador estaba asistido por un tal Phillipe Caucal. En contrapartida, Engonga Motulu había extendido a su socio yugoslavo bonos del tesoro del Estado guineano; el 20 de enero de 1992 firma un bono por un valor de 1.000.000 de francos franceses (una fotocopia del bono viene adjuntada!).
El protocolo del conjunto de estos acuerdos recoge la creación de una compañía de aviación, renovación de puertos, concesión de explotación maderera, rehabilitación de cultivos, organización de la flota pesquera, construcción de un centro turístico, instalación de una estructura mecánica para la extracción minera y , para terminar, el súper proyecto prevé también la instalación de un sistema de telecomunicación ultramoderno. Sin embargo, cuando los socios de Obiang firman estos acuerdos, Contec Groupe S.A., la firma que debe poner el capital se halla completamente arruinada desde octubre de 1992. El mismo día de la firma de los contratos, el 10 de mayo de 1993, Codis S.A. pasa al estado de liquidación judicial, lo que no deja de extrañar dada la personalidad de su patrón, Jevtovic, habilidoso hombre de negocios y maniobrero que mueve varios hilos en muchas partes del mundo. Su especialidad es el Import-Export. Ha protagonizado varios escándalos financieros y cometido no pocos delitos penales tanto en Belgrado como en el extranjero. El hecho más conocido es el caso de uno de sus socios, un serbo-americano llamado Ken Stanojevich, que ocupó la primera plana del diario Wall street. Entonces propietario de un banco, el Sterling Bank and trust con sede en Marshal Islands, con esa cobertura Stanojevich puso en circulación numerosos falsos billetes iraníes. Otra de sus estafas fue el cobro de 500.000 dólares en el banco Menil Lynch por medio de un cheque falsificado. Esta es clase de hombres que rodea al embajador Motulu en sus gestiones en Ginebra y son los mismos que ese acólito de última hora presenta a su „padrino“Obiang.
Ninguno de los contratos mencionados tiene visos de veracidad. Los documentos, todos falsos, con nombres falsificados y puestos imaginarios sirven únicamente para impresionar al interlocutor de turno. Este es el caso de la fundación del famoso banco guineano del que tanto se habla. El día 21 del pasado mes de enero de 1993, el rotativo francés Le Figaro saca a la luz la detención del abogado Pierre Marie Bord cuando intentaba cobrar, mediante un falso cheque, 150.000 dólares en el Banco Worms. Bord aseguró a la policía ser director del International Afrikan Bank, un banco con sede en Malabo, calle Hipólito Micha, y cuyo presidente de honor no es otro que Teodoro Obiang Nguema. Para probar la veracidad de sus afirmaciones, Bord, cuyos cómplices de la operación eran otros dos franceses- Jean Phillipe Masseron Jean de B-, asegura tener también un socio de peso, Cissé Souaidibou, consejero económico del dictador ecuatoguineano que desaparece misteriosamente de Paris, mientras que la banda de traficantes es calificada por la policía de „criminales financieros“. En la sede de la policía en Paris, el embajador de Obiang en esa capital, Pedro Edjang Mba niega toda implicación de su presidente en el asunto.
Si en Paris el embajador de Obiang y el consejero presidencial han salido „ilesos“ en la confrontación con la policía francesa, en Suiza la pareja de turno, el embajador Motulu y el consejero Llansol, empieza a tocar fondo. Siempre con el mismo proyecto, el banco.
El Banco de Guinea Ecuatorial (BGE) fue creado el 14 de mayo (93) en Malabo con un adelanto del diez por ciento del capital inicial estimado en 1.500.000 dólares USA, adelantados como garantía. Los fundadores del banco son el presidente Teodoro Obiang y el embajador Motulu; el primero se hace representar por su hijo Nguema Obiang. Pero ¿quién adelanta el capital de garantía? En un principio debía ser la International Company and Finance (ICF) de Luxemburgo, cuya pista conduce a Dublin (Irlanda), para luego regresar a Luxemburgo hasta dar con las señas de un misterioso Francesco Abbado. El 24,5% de las acciones fueron cedidas al gobierno guineano y a la sociedad de desarrollo de Llansol, así como a otros tres accionistas desconocidos, sin que nadie tenga que pagar nada. Por su parte, el gobierno guineano asegura poder encontrar compradores para 30% de acciones. El resto, o sea 45,5% de las acciones, quedan en posesión de la ICF, que dispondrá también de una confortable mayoría en el futuro consejo de administración. La venta de acciones, según los supuestos operadores, deberá reunir una suma de 20,4 millones de dólares que serán distribuidos entre los socios. Un escenario óptimo y altamente imaginario teniendo en cuenta la cruda situación socio-política que atraviesa el país. Los Estatutos del flamante banco de Obiang se ajustan a las leyes bancarias de Luxemburgo y el banco se reduce a eso de momento, unos simples papeles sin valor. „Nosotros no tenemos nada que ver con el ICF“, afirma hoy Llansol. „Nuestros socios son un banco suizo y otros bancos, copiaremos los estatutos del Banco Nacional de Paris (BNP) guardando el secreto bancario suizo“. Las averiguaciones hechas en Luxemburgo han avalado que el ICF es un banco fantasma, no existe, y en cuanto al Abbado, se dice que ha ido a tomar un largo periodo estival en tierras de California, en los Angeles (EE.UU.).
Otro ejemplo de falso proyecto es el caso de Omnitra AG Ottem, cuyo representante en Ginebra es el contable Rober Strikar. Esa sociedad está interesada en buscar oro en Guinea, pero Llansol afirma lo contrario: „Strikar nos propuso organizar carreras de caballos“. La empresa aurífera está dirigida por un supuesto miembro del gran consejo valesano de nombre Michel Vermot, un diputado de quien dice Motulu vale cien veces más que todo el consejo federal reunido. Sin embargo, las averiguaciones realizadas en la cancillería del cantón de Valais indican que ningún diputado se llama Michel Vermot, nadie ha oído hablar de este diputado tan admirado por el embajador guineano. Lo mismo se dice del generoso diputado francés, Martín Romagnoni, que puso gratuitamente una sala de la municipalidad de Menton a disposición del gobierno de Obiang para crear un museo de arte guineano en la costa azul. Pero en esta ciudad nadie ha oído hablar del ilustre diputado; las señas que aparecen en su tarjeta – 13 Avenue de Verdun-corresponden a la sucursal del Instituto Bancario Sao Paolo de Turín. En resumidas cuentas, Guinea Ecuatorial no puede permitirse el lujo de mantener a su embajador en Ginebra con el aporte de oscuros inversores y con la ayuda de Víctor Llansol Guy. Engonga Motulu habla de 250.000 francos suizos para el mantenimiento de la misión, lo que no es cierto. El señor Engonga debe a toda Ginebra desde hace mucho tiempo, su expediente es uno de los más interesantes en la brigada financiera de la policía suiza, donde las investigaciones siguen su curso y nadie quiere hablar del „caso Motulu“.
Pero se sabe que el abogado Daniel Fiacher defiende desde hace meses el caso desesperado de un hombre de negocios de Zurich, que en 1992 adelantó, a través del embajador Motulu, la suma de 650.000 francos suizos para el pago de unos supuestos bonos del Tesoro italiano. El pago se efectuó en tres operaciones en Luxemburgo con la complicidad de Gerda Caucal, quien en esta ocasión utilizó su nombre de soltera (Kropfitsch), el de su antiguo marido (Anex) y el de su madre (Elisabeth). Gerda Caucal, esposa de Philippe Caucal, que en aquellos dias era asistente de Engonga Motulu. El hombre de negocios de Zurich se dio cuenta de que había sido víctima de una gran estafa: las acciones compradas eran falsas. Al intentar recuperar su dinero, el industrial de Zurich se vio amenazado por unos „gorilas“; Llansol y Engonga se negaron a devolverle el dinero con amenazas telefónicas nocturnas y violación del apartado de correos.
Otra víctima de Engonga Motulu es Romero Jorge, administrador de inmuebles, a quien la ruina amenaza desde que el polígamo embajador le alquiló un chalet durante dieciocho meses y otro, durante ocho meses, para su segunda mujer. Al abandonar esas dos residencias, su excelencia el embajador dejó una deuda de 130.000 francos suizos, trasladándose a otra suntuosa morada con sus dos esposas. Al parecer (milagro) paga su alquiler.
Dumeunil Pierre es otra de las víctimas económicas de Motulu. En 1991 Pierre se deja convencer por Engonga para llevar cuatro coches a Àfrica y venderlos. Pierre paga el transporte de los coches y el viaje de Engonga a Paris. Pasan los días y Engonga no da señales de vida. Por fin el financiero se decide a viajar a Malabo, donde encuentra al embajador Motulu haciendo trámites en los ministerios para la compra de terrenos personales. Entretanto Engonga ha negociado con las autoridades para lograr su puesto de Embajador, gracias al aporte de los cuatro coches estafados: dos Range Rover, un Subaru y un Mazda. Obiang firma el nombramiento de Engonga como embajador, mientras que el suizo regresa a su país con las manos vacías y una deuda a saldar de 38.000 francos suizos. „Ahora soy embajador“, comenta Motulu desde su despacho; pero el suizo no ha sido el único perdedor. En Barcelona, la compañía de navegación que embarcó los coches-MEDTRANS, S.A.- no fue pagada por Motulu, y en Malabo fue el Jefe de Protocolo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Domingo Mitui Ekua Osa, quien se encargó de la ceremonia de la recepción de los coches sin abonar un sólo céntimo a la compañía.
Los particulares no son las únicas víctimas de Engonga Motulu. El embajador debe 70.000 francos suizos a los servicios de Asistencia Social de Ginebra, al Banco Aufina, a la Caja de Seguro Social; los Servicios de Infracción y Multas de la Policía de Tráfico son los otros acreedores que no dejan dormir tranquilo a su excelencia el embajador, por eso no es de extrañar que para asegurar su puesto de embajador, Engonga Motulu firmara en Malabo un documento por el que renuncia a cobrar sus honorarios como embajador, pues bastante tiene ya con sus chanchullos. De esta manera, el presupuesto aprobado por el ministro de finanzas para la embajada de Suiza-17.916.12 FCFA- no se sabe todavía dónde fue a parar. El propietario del número 13 de la avenida de Budé, sede de la misión diplomática guineana en Ginebra, sigue esperando porque todavía no ha recibido ni un solo céntimo de su ilustre inquilino, Marcelo Engonga Motulu Mikue.