Hemos oído alguna vez ese latiguillo
lingüístico de “los achaques de la edad”, si bien no sabemos a quién achacarle
la autoría –al menos yo- forma parte del acervo cultural del pueblo llano y de
las alturas, sean centimétricas ó mentales.
Estos días atrás han ido hacia
adelante la presencia y declaraciones de dos septuagenarios, que aguantan como
geranios en invierno, sobre el tablero de la actualidad política española en
una especie de partida de ajedrez –no en balde jugaban blancas y negras- en la
que, desafiándonos en una simultánea común, arremetían, a su manera, contra el
buen gusto y el raciocinio del espectador.
Paradójicamente el primero –Obiang-
movía ficha jugando con negras, y anunciaba su presencia en los funerales de
Estado por Adolfo Suárez. Al parecer, nadie estaba cómodo con la
presencia del impresentable dictador, que lo es, porque, según su versión,
“dicta las normas”; ¡vaya letrado de mi entrepierna!
La explicación oficial de nuestro
Gobierno es, que se invita a este acto a todos los países con representación
diplomática en España, y cada uno decide el compareciente. Pues se ha lucido la
diplomacia guineana, desluciendo con su presencia el acto. Estaba claro, negro
y en botella… Nguema en estado puro; y dando la nota de color, puesto
que era el único Jefe de Estado, al margen de Juan Carlos,
presente. De paso, ha intentado poner en jaque al Rey, manifestando que Su
Majestad ha intervenido para la presencia en Bruselas de Teodoro, te
adoro, invitado por el Instituto Cervantes.
El segundo –Rouco- en un
exhibición de ex-conferenciante de la Conferencia Episcopal, nos regalaba,
desde lo que cataloga el ejecutivo como libertad de expresión, un discurso
pre-conmemorativo del “Ha Estallado la Paz” a base
de tener “cautivo y desarmado el ejército rojo”
[…] a 1º (primero) de Abril de 1939”
Este hijo de muy santa madre, pero
también de sotanás, trasladaba a los presentes, televidentes y radioyentes en
su homilía de acechantes males bíblicos y salpicada con la sal y la pimienta
del miedo: “Buscó (Suárez) […] la reconciliación […] política y social
de aquélla España […] que quería superar la Guerra Civil, los
hechos y las actitudes que la causaron, y que la pueden causar”.
No sabemos cuáles han sido las
aviesas intenciones de Monseñor Varela, pero visto lo visto y oído lo
oído, parece que quisiera conmemorar las bodas de diamante de un contrayente
militar que se pronunció en 1936 a través de un matrimonio con las
armas, para divorciarse de la democracia maridada a través de las urnas por los
civiles, y concluir su hazaña bélica a base de represalias, para no dejar ni
rastro de los testigos de la sangrienta celebración. Los supervivientes del
enlace deberían de servir al cubierto bajo palio, para inmortalizar su
patriótica descendencia de despropósitos, que descansarían sobre los hombros de
los hombres, mujeres y niños sometidos durante ocho lustros de ningún lustre y
nada lustrosos.
Que Dios se apiade de Antonio María…
de Villalba.
Paco de
Domingo
http://www.extraconfidencial.com/articulos.asp?idarticulo=14646