Javier Matín-Lisboa 20 JUL 2014
Obiang decretó la cooficialidad
del portugués aunque el 90% de la población habla español.
Le ha costado ocho años, pero el
miércoles verá cumplido otro de sus sueños. Teodoro Obiang conseguirá que
Guinea Ecuatorial sea admitido como miembro de pleno derecho de la Comunidad
de Países de Lengua Portuguesa (CPLP).
Durante estos ocho años de
intentos, el presidente del país ha tenido que superar varios retos, el mayor
de los cuales no era que casi el 90% de la población hablara español, ni
siquiera que la petición de adhesión a la comunidad lusófona fuera escrito en
castellano. Durante años, Portugal vetaba el ingreso si Guinea mantenía la pena
de muerte.
El próximo miércoles, en la cumbre
de Timor, que reúne a los dirigentes de los ocho estados pertenecientes a esta
comunidad (Angola, Brasil, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique, Portugal,
Santo Tomé y Príncipe, y Timor), se aprobará el ingreso a todos los efecto del
noveno, Guinea Ecuatorial que, desde 2010, asistía a las cumbres en calidad de
observador. Un año después, Obiang decretó que el portugués era lengua
cooficial del país, al igual que el español y el francés; sin embargo, en la
práctica, esta lengua no existía ni en la calle ni en la administración.
Guinea Ecuatorial puede esgrimir
que tiene tantas raíces portuguesas como españolas. El navegante Fernando de Pó
descubrió el país en 1474 y hasta 1778 perteneció a la corona portuguesa. En
ese año, Carlos III de España firmó un protocolo con María I de Portugal para
intercambiar Guinea por territorios brasileños. Hasta 1969 Guinea no consiguió
la independencia de España; diez años después Teodoro Obiang Nguema se hacía
con la dirección del país.
El gran valedor para que Guinea
Ecuatorial ingrese en la comunidad portuguesa es el presidente de Angola, José
Eduardo dos Santos. Entre él y Obiang existe una amistad cimentada en el acceso
al poder casi a la vez y en situaciones similares; y con las mismas armas se
mantienen en él.
Por el lado contrario, el mayor
rechazo para la incorporación de esta pequeña nación en habitantes -700.000-,
pero grande en recursos energéticos fue siempre Portugal, que exigía que el
portugués fuese una lengua de uso -más alllá del decreto- y que se eliminara la
pena de muerte. En 2012, en la cumbre de Maputo (Mozambique), Portugal mantuvo
el veto, aunque Brasil, Timor y Santo Tomé añadían su voto favorable al de
Angola.
Pero desde entonces, Obiang va
cumpliendo las condiciones de incorporación, incluso está aprendiendo el
idioma. Su Gobienro ha firmado con Portugal acuerdos para la formación de
profesores y de funcionarios en esa lengua. Y, lo que más ha costado, este
febrero Obiang se comprometió a congelar la pena de muerte, semanas después de
haber ejecutado a cuatro personas.
La función de la CPLP -creada en
1996- no va más mucho más allá de una reunión bianual de jefes de Estados para
tratar temas culturales y sociales, y de pocos efectos prácticos. Ni siquiera
el acuerdo para una ortografía común, aprobado en 1990, se ha implantado en
todos los países miembros. Sin embargo, Guinea Ecuatorial busca una mayor
presencia en la comunidad internacional y así ir lavando su imagen de régimen
dictatorial. El país es miembro también de la
Organización de Países Iberoamericanos, aunque no de la organización de países
francófonos.
Además de sus reservas
energéticas, Guinea es cortejada por su voto en la ONU, como se vio
recientemente con la entrevista del presidente español, Mariano
Rajoy, en la cumbre de países africanos del pasado mes.
Ya con 35 años en el poder, el
presidente Obiang tienen el honor de dirigir el país del mundo con la mayor
desigualdad: es el 40º por Producto Interior Bruto, teodoricamente con más de 17.278 euros per
capita -España, 22.400-, pero en el índice de desarrollo humano ocupa la 136º
posición. Pese a la riqueza, la mitad de los guineanos no tiene ni agua
potable.