John Meta Johnson victima de la mafia guineoecuatoriana.
(publicado por: bosila)
Por: Humberto Riochí. 29 de noviembre 2011.
Leonardo Meta Bokesa es bubi, natural de la localidad de Baresó. Abandonó Guinea Ecuatorial en la terrorífica etapa de Macías para convertirse en refugiado, huyendo del holocausto y de la muerte que asolaba nuestro país. Tras su salida, su facilidad del idioma español le granjeó un contrato de trabajo en Pescanvensa, firma en la que serviría durante largos años, recorriendo muchos países africanos mientras faenaban en sus caladeros. En su periplo como marinero por los pueblos de las costas africanas, tuvo dos hijos con dos mujeres diferentes: una hija, felizmente casada y con residencia actual en París, y el protagonista de este caso: John Meta Johnson.
John Meta Johnson es hijo único de una madre togolesa de nombre Angele Johnson Assiaba. Este joven de 20 años, decide emigrar a Guinea Ecuatorial para probar fortuna tan pronto se entera de que su padre había regresado definitivamente a su país. Para ello se desplaza con toda su documentación a Ghana, Estado en el Guinea Ecuatorial tiene la legación diplomática más próxima, llevando consigo una recomendación expresa del cónsul guineano en Togo que sabía de la relación paterno filial que existe entre él y Leonardo. Una vez en Accra, los responsables de la Embajada le conceden un pasaporte guineano.
Así las cosas, John Meta entra en Guinea Ecuatorial como ciudadano guineo ecuatoriano. Con su llegada a Malabo, su padre decide concluir su proceso de naturalización solicitándole el DNI, cédula que le sería denegada a pesar de aportar la documentación exigida por nuestras leyes para estos casos. Las autoridades policiales alegaron que no era hijo de Leonardo, aunque el parecido entre padre e hijo no ofrece ningún género de dudas.
El pasado día 15 de octubre, John era detenido en Malabo y conducido a las mazmorras de Guantánamo bajo la acusación de andar indocumentado. Desde allí llamaría a su padre, indicándole dónde tenía el pasaporte que éste presentaría raudo en las dependencias policiales para su puesta en libertad. Pero las autoridades declinaron la admisión del documento, argumentando que no era válido a efectos de identificación. Posteriormente el padre presentaría el certificado de nacimiento y el documento bautismal como nuevas pruebas, pero los capitostes del sistema tampoco los aceptaron. Así las cosas, se le exigió al padre el pago, en concepto de multa, de 20.000 francos cfa que posteriormente se convirtieron en 50.000 francos. Una vez presentado el dinero a un tal Avelino, responsable del caso, éste lo rehusaría por razones que no llegó a explicar. Mientras, la cadena de requerimientos exigiendo al padre de la presentación de nuevos documentos seguía su curso.
En los días siguientes se le reclamó la presentación de un certificado de matrimonio con Angele, con quién nunca se casó. En defecto de casamiento legal, le exigieron la presentación de un certificado de haber satisfecho la dote por ella. Este último documento fue enviado desde Togo por la madre y depositado ante las instancias gubernativas guineanas, quienes extraviarían el original para escudarse, acto seguido, en el argumento de que la fotocopia que portaba el padre, sin el original, carecía de validez. En la misma dinámica se le requirió la presentación de nuevos documentos probatorios de su paternidad emitidos por el Consejo de Poblado de su localidad natal, Baresó; de Baney, cabecera de distrito y de la Delegación de Gobierno.
John es mecánico y apunta maneras como futbolista profesional. Sabedor de sus dotes deportivas, tan pronto pisó Malabo entró en contacto con el seleccionador Henry Michel quién, tras hacerle las pruebas de rigor, aceptó su inclusión en la plantilla del equipo nacional. Participó en el periodo de entrenamientos que tuvo la selección en Bata, con la evidente intención de defender los colores de la bandera nacional, en principio, sin contrapartidas dinerarias. Fue precisamente tras su regreso de la capital continental cuando sería detenido. El móvil de su detención parece obedecer a las preferencias que le otorgó Henry Michel, en detrimento de algunos otros jugadores con exclusivas inconfesables.
¿No sería mejor un John Meta en la selección nacional a tener que importar jugadores de allende los mares?
Sin embargo, John Meta sigue en Guantánamo. El de su madre es un auténtico sin vivir. Su padre, Leonardo, está desesperado. Después de llevarle la ración diaria de comida a su hijo, pasa el resto del día sentado a la puerta de la oficina del tal Avelino esperando una liberación que no se produce. En su descorazonamiento ha ido recorriendo todas las instancias del poder a su alcance, en busca de intercesiones que puedan aliviar su dolor. Hasta ahora solo ha oído variopintas respuestas como que: “el señor que puede ayudar está de viaje”, “el Presidente va a dar un discurso y no se puede hacer nada”, “no tengo atribuciones en la policía y si intervengo me dirán que el asunto no me compete”… Y así, van transcurriendo las fechas desde entonces. La semana pasada, por ejemplo, las autoridades guineanas le dijeron que habían decidido ponerlo en libertad, pero les fue imposible, en el último momento, porque el carcelero se había llevado las llaves de la celda en la que se encontraba…
El problema de John está ahora focalizado en la responsabilidad de un padre obligado a despejar la contradicción de haber tenido un hijo que ni habla la lengua paterna, el bubi, ni domina el español, lengua oficial. No importa que haya nacido y vivido en Togo, China, o Rumania. Ayer, lunes, después de casi cuarenta y cinco días de prisión sin que su hijo hubiera sido oído por ningún juez, le emplazaban a presentar una declaración jurada de paternidad, escrita de su puño y letra con el pago adicional de una multa de 150.000 Francos cfa. como último recurso para evitar una inminente expulsión de John del territorio nacional.
Pero, ¿cuántos John Meta habrá desde 1969 hasta la fecha, después de la salida masiva de guineanos del país huyendo de la arbitrariedad política y una inseguridad jurídica de décadas?
La corrupción esta presente en el día a día de los guineoecuatorianos. No hay un solo aspecto de la vida del país en el que no se pongan de manifiesto, la incapacidad y los comportamientos mafiosos de sus dirigentes. La administración está destinada a extorsionar a los ciudadanos y a frustrar voluntades tan positivas y poco sospechosas como las que han llevado a John Meta Johnson al país de su padre. A su propio país.