martes, 28 de diciembre de 2010

Obiang Nguema, "el gran emperador Alifanfarón" de Guinea Ecuatorial

Max Liniger-Goumaz es profesor emérito de diversas Escuelas Superiores de Suiza, premiado por la Universidad de Ginebra y la Sociedad Geográfica de Paris y miembro honorario de la Sociedad Española de Africanistas. Es uno de los máximos especialistas en temas de Guinea Ecuatorial.


Según Miguel de Cervantes, "Alifanfarón es un furibundo pagano..., señor de la gran isla Trapobana" (El Quijote, cap XVIII). Y según los observadores objetivos de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema se atribuye ser "el gran general de división Alifanfarón, señor de la gran isla de Bioko (Fernando Poo), de Annobon y de Río Muni". En agosto de 1979, destituyó por traición e hizo fusilar por un pelotón de soldados extraños, al "gran maestro" Macías Nguema; ese otro "furibundo pagano" que atacaba a sacerdotes y a laicos y eliminaba físicamente toda manifestación de inteligencia de aquellos ciudadanos que no pertenecían al clan minoritario de los fang esangui del distrito de Mongomo.
 
La diferencia entre el Alifanfarón de Cervantes y los dos Alifanfarones dictadores guineanos sucesivos de Guinea Ecuatorial consiste en que el de 1605 es fruto de la imaginación desbordante del Quijote, mientras que los déspotas sanguinarios que, desde marzo de 1969 aterrorizan al pueblo ecuato-guineano, responden a una lamentable e interminable realidad.

Se observa la misma diferencia entre la columna militar de Alifanfarón y los escuadrones de la muerte nguemistas: D. Quijote se compromete personalmente en sus batallas y soporta los golpes y las heridas que recibe; los Macías y Obiang Nguema, atemorizados y acobardados, hacen librar sus sucias batallas por las milicias de Juventudes y de Antorchas, las unidades de Ninjas y los seiscientos mercenarios del rey Hassan II de Marruecos.

Mientras que Sancho Panza intentaba atenuar las "locuras que su amo hacía", los esbirros de Obiang Nguema están ciegamente a sus ordenes, y no formulan pregunta alguna cuando Obiangfanfarón desea imponer su ley en la isla Trabiokobana y en los demás territorios.

Obiang Ngema recurre a una empresa norteamericana de relaciones públicas para hacerse presentable. A pesar de los esfuerzos de Black, Manafort, Stone & Kelly, las instituciones y organismos internacionales son unánimes: Guinea Ecuatorial es uno de los peores lugares del planeta. Esto es lo que no molesta de modo alguna a las empresas petrolíferas yanquis Mobil Oil y United Meridian, o a las francesas ELF y Total, que hacen su agosto en las orillas de la isla de Bioko o en las gasolineras del país.

El Observatorio Geopolítico de las Drogas hace notar, por su parte, y desde hace años, que Obiang Nguema "ha transformado su personal diplomático y su familia en traficantes en la red internacional. Parece ser que el presidente-traficante sigue gozando del apoyo francés". En Londres, Amnistía Internacional, recuerda que "desde la independencia de la Guinea Española, convertida en 1968 en Guinea Ecuatorial, los autores de violaciones de los derechos humanos actúan sin temor alguno. Jamás se ha llevado a cabo ninguna investigación sobre las masacres y demás atrocidades".

En cuanto a la Comisión de Derechos Humanos, desde hace un cuarto de siglo se queja cada año ante las observaciones de sus Relatores Especiales. El Informe de Artucio Rodriguez, examinado en marzo de 1998, no tiene nada que ver con una disertación sobre una suave isla Trabiokobana. Allí se dice que el paraíso de Obiangfanfarón, según una misión del FMI, "vive una pobreza extrema. El país carece actualmente de recursos humanos (el 90% de la inteligencia vive en el exilio) y las infraestructuras de base son inexistentes. El sistema judicial es inadecuado, la capacidad administrativa está seriamente limitada y el sistema financiero es rudimentario. Es más, el país sufre de una mala administración fiscal endémica, de corrupción y de falta de transparencia en las finanzas públicas". Según el PNUD "más del 80% de los ingresos están en manos del 5% de la población". Y la ONU precisa que "Guinea Ecuatorial forma parte de los países en los que el indicador del desarrollo humano es más bajo". El Relator señala, en el asunto de los malos tratos contra la población civil bubi de Bioko, en enero de 1998, que "casi quinientas cincuenta personas han sido detenidas y encarceladas. Tres de entre las que habían sido transferidas a la Comisaría Central de la Policía de Malabo murieron en sus dependencias... En ninguno de los tres casos fue practicada la autopsia, lo que hubiera revelado las causas de su muerte"..."El Estado (cuyo Jefe es Obiang Nguema) debe considerarse responsable al no haber garantizado la seguridad y la integridad de las personas que se encontraban bajo su custodia". Las ciento diez personas finalmente sometidas a un juicio militaro-penal "estuvieron concentradas en la cárcel de Playa Negra en condiciones de promiscuidad absoluta...Una gran mayoría de ellas sufrió intensas torturas y golpes...; en muchos se observan heridas y señales de maltrato tanto en los encarcelados como en los liberados. Sin embargo, todo permanece en silencia a pesar del tiempo transcurrido... Los abogados no obtuvieron permiso para visitar a sus defendidos ni para prestarles asistencia técnica".

No es posible encontrar un comentario positivo sobre Obiang Nguema en los escritos sobre Guinea Ecuatorial, excepto en los de los lacayos del régimen. Los comentarios de los politólogos y de los escasos periodistas admitidos en Guinea Ecuatorial son unánimes: Obiang Nguema es un megalómano, felón, cruel y paranoico (al igual que su tio-padre), y ve enemigos por todas partes. Esa es la razón por la que se opone radicalmente a la democratización de su país. Tras la revolución de palacio de 1979, declaró haber derrotado a Macías Nguema "a petición del pueblo". Y durante la campaña electoral de 1993 -fraudulenta como las demás- declaró, ante los riomuneses, en fang y vestido de civil, que: "El poder que ostento me viene de Dios".

Con Obiangfanfarón, uno se encuentra frente al horror, la vergüenza, las lágrimas, los gritos de suplicio y ante un pueblo violado durante tres decenios. Pero las llamadas de socorro dirigidas a los demócratas del Norte se quedan en papel mojado, ya que estos están anestesiados por los vapores del petróleo, cegados por el pillaje forestal y por los cargueros de pescados y crustáceos de las aguas territoriales de Guinea Ecuatorial.

En la Odisea del Quijote, el sueño es siempre el que se afirma. Si fuese lo mismo en el caso de Obiang Nguema, se podría imaginar que un día no muy lejos -como en la canción de "Les neiges de Finlande" de Edit Piaf (1958)- un acontecimiento inefable va a ocurrir, "cuando el lobo mal se convierta en Arcángel". Desgraciadamente, el sucesor del tigre Macías Ngema no es más que una hiena abúlica y fanfarrona. No se puede esperar ningún milagro.

por Max Liniger-Goumaz