martes, 31 de mayo de 2011

Jarabe de palo y zanahoria para «suavizar» la represión y la corrupción en una miseria permanente.

Ahora más que nunca, en Guinea Ecuatorial la política de persecución continua, promovida por Obiang Nguema hacia los pueblos Ndôwé, Bubi, Bissió y Ambo a los que se debe añadir algunos Fang afines o no al clan-tribal de Akuakam no cesa. Son muchas las pruebas que acusan a este hombre de represiones brutales y de dilapidar los ingresos del petróleo a la vez que la gran mayoría de los casi 500.000 habitantes sobreviven en una miseria sin igual. Pero como siempre, el presidente lo niega todo. Por negar, niega incluso que hayan presos políticos en sus cárceles. ¡Qué desfachatez! Con el objeto de elevar el perfil regional del país, teniendo en cuenta que va a ser el anfitrión de la cumbre de la UA en breve y co-anfitrión con Gabón de la CAN 2012, el presidente lleva a cabo una nueva ofensiva de relaciones públicas intentado limpiar su reputación y la del país, uno de los más corruptos y represivos del mundo.

Esta ofensiva de relaciones públicas se basa esencialmente en su famosa «reforma constitucional », que recogerá esencialmente la creación de un tribunal de cuentas para atajar la corrupción existente por sistema, la creación de otra cámara legislativa y la limitación a dos mandatos presidenciales. Los vicios de forma en cuanto a la composición de la comisión encargada del estudio de la reforma, así como las prisas del dictador, solo pueden significar más maniobras para hurtar; hurtar cualquier protagonismo al pueblo, como lo hicieran hacen 43 años cuando se le hurtó al pueblo la posibilidad de poder cambiar a sus dirigentes cuando estos fueran incapaces de resolver los acuciantes problemas que sufren en sus vidas cotidianas.

Para el despistado presidente dictador de Guinea Ecuatorial, Obiang Nguema, esta maniobra, pensada para retrasar la inevitable revuelta popular que le espera a la vuelta de la esquina, representa la panacea que resolverá todos los problemas que acosan a la desheredada población del país. O, por lo menos, le servirá de alibi para justificar la severa represión que tiene preparada contra la posible revuelta, si se le exigiera responsabilidades por dicha represión.

Press