CIUDADANO Y COMUNICADOR
“Ya estamos dejando atrás el periodo de las vacas gordas, y vamos a tener un momento de vacas flacas. Pero eso no quiere decir que no llegará el momento en que las vacas vuelvan a engordar. Hay que tener paciencia.”– Teodoro Obiang Nguema –
Mensaje subliminal para el pueblo llano. Hace escasamente una semana y con estas sutiles palabras, el dictador Obiang, públicamente, reconocía que económicamente hablando, Guinea Ecuatorial está en caída libre. A nivel mundial se está viviendo una crisis energética y económica debido a la fuerte caída del precio del barril de petróleo. En honor a la verdad, debo decir que eso –la crisis económica mundial– no es culpa de Obiang, ni de su régimen. Dicho lo cual, no es para nadie un secreto que la nuestra es una economía que depende, en su totalidad, de la producción y explotación del petróleo y sus derivados. Y esa total dependencia sí que es culpa de la estupidez, la ignorancia y la ineptitud de Obiang & Co… Sólo un dato:
En Guinea Ecuatorial, la explotación petrolífera comenzó a mediados de los años ’90 aproximadamente, pero no fue hasta febrero del 2014, casi veinte años después, cuando se celebró el primer y único simposio sobre la diversificación de la economía del país. Que dicho sea de paso, y teniendo en cuenta la torpeza/incompetencia de la élite política y económica de Guinea Ecuatorial, dicho simposio sirvió para más bien poco, por no decir nada… Y así nos va.
En cualquier caso y aunque de entrada no lo parezca, hoy no vengo a hablar de economía, básicamente porque yo de economía no tengo ni pajolera idea. Justo ahora, y otra vez, con el fantasma de Gramsci rondándome la cabeza, vuelvo a tener la sensación de que en Guinea Ecuatorial hay algo que está muriendo pero que no termina de morir; al tiempo que algo hay algo que está naciendo, pero que tampoco termina de nacer… No estoy seguro, pero tengo la sospecha de que muchos de mis connacionales se sienten igual.
A estas alturas de la película, casi todos los guineanos debemos saber que los dictadores, por definición, tienen como única intención permanecer en el poder tanto tiempo como puedan, y que subordinan todas sus acciones a la consecución de ese propósito. Partiendo de esa premisa y desde la perversa lógica que caracteriza a todas las dictaduras, nunca faltó en Guinea quien pensara en el Tontorín como sucesor natural de su padre, en la presidencia de la República. Cierto es, o por lo menos a mí siempre me lo pareció, que se trata más bien de un rumor, un murmullo o una sospecha, y no de algo realmente factible. Fuera como fuere, el caso es que en los últimos tiempos el rumor ha ido ‘in crescendo’. El nombramiento del susodicho, por parte de su padre, en cargos como la anticonstitucional Segunda Vicepresidencia y la cartera de Defensa y Seguridad Nacional; la cercanía en el tiempo del próximo congreso nacional y extraordinario del PDGE; así como la reciente, patética y vergonzosa actuación de Tontorín en la sede de las Naciones Unidas, en representación de su padre, son hechos que alimentan los rumores de la posible entronización del Tonto Nacional. El presidente Obiang, reputado dictador, tiene a sus espaldas un largo historial de malas decisiones. Y a su hijo le va la marcha.
Con Guinea Ecuatorial al borde del colapso económico; con el rumor del hijo sucediendo al padre; con las elecciones presidenciales, como quien dice, a la vuelta de la esquina; y con el país sumido en una espiral casi autodestructiva de pobreza, miseria, desconfianza, miedo, corrupción, impunidad, delincuencia, relativismo moral y desesperanza… por no hablar de que llevamos casi cincuenta años enfrascados en un páramo intelectual, cultural y político. Teniendo en cuenta todo eso, para todo hombre decente de ese país, las preguntas parecen claras: ¿Qué país queremos? ¿Y qué estamos dispuestos a hacer por conseguirlo?
Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo exigir, reclamar y reivindicar la Libertad que las leyes de la naturaleza le dan por derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad y de la propia historia exige que el pueblo en cuestión luche por alcanzar ese derecho. Ahora mismo, los guineoecuatorianos de todas las etnias, regiones y sensibilidades tenemos que ser muy conscientes del momento histórico en el que nos encontramos individual y colectivamente. Como hombres y como pueblo, debemos ser conscientes de que estamos ante una de esas escasas oportunidades que la historia brinda a los pueblos para conquistar su libertad. A condición, siempre, de que esa libertad sea colectiva.
Queridos hermanos, guineanos todos, en mi opinión, el futuro de Guinea no depende de lo que suceda en el próximo congreso del PDGE, ni del candidato que salga elegido allí. Eso no me parece lo importante. Guinea Ecuatorial ya no depende ni de Obiang, ni de su hijo, ni de la madre que lo parió. Llevan treinta y seis años haciendo lo que hacen, pensando como piensan y no van a cambiar ahora. Me compadezco de cualquier iluso cordero resignado que todavía albergue la menor esperanza de que los detentores actuales del poder en Guinea vayan favorecer algún cambio en sentido positivo. Lo siento, pero eso no va a ocurrir. Eso no sucederá porque como ya he dicho, todo lo que pretenden y todo lo que les interesa es mantener el estado actual de las cosas, y por ello pagarán el precio que haga falta. Harán lo que tengan que hacer… Por lo que, insisto, el porvenir de Guinea Ecuatorial ya no depende de ese régimen. Ahora es problema nuestro. Ahora todo depende de los opositores y los activistas, pero sobretodo del grueso de sociedad.
Puesto que para nadie es ya un secreto que el régimen es una dictadura criminal. Ahora la línea está más clara que nunca. La neutralidad ha muerto. Ya no cabe término partido. Es el momento de elegir en qué lado de la historia queremos estar cada uno. Es el momento de enfrentarnos al ángel o al demonio que llevemos dentro. La primera vez fueron once, éstos ya cuentan treinta y seis. Es el momento de decidir si queremos y si podemos sobrevivir a una tercera dictadura. Es el momento de preguntarnos si nuestros hijos van a poder elegir o si van a ser del PDGE incluso antes de nacer. Es el momento de emancipar a nuestras mujeres o de perpetuar el androcentrismo. Toca elegir entre un país cada vez más marcado por la discriminación y el tribalismo o un país con un discurso diferente, un país hecho por y para todos los guineanos. Hay que decidir si el éxito en nuestro país va a depender de las actitudes y aptitudes de cada uno o dependerá de la traición, la calumnia y los chivatazos. Es el momento de decidir entre escribir nuestra propia historia o dejar que nos la escriban otros. Vivir no significa sólo pasar por la vida y ahora es el momento de no avergonzarse del hombre del espejo, de no resignarse. Es el momento de decidir entre luchar por ser libres o seguir siendo esclavos cómplices de nuestra propia desgracia. Es el momento de elegir educación y cultura frente a ignorancia, estupidez y barbarie… ¿Queremos elegir a nuestros gobernantes o queremos que nos los impongan? ¿Transparencia o corrupción? ¿Esperanza o Desesperanza? ¿Miedo o Tranquilidad? ¿Justicia o Arbitrariedad? ¿Estado actual o cambio profundo? ¿Dictadura o Democracia? Todo eso es lo que nos jugamos. Así de sencillo. Así de complicado.
Creo que el próximo año, o año y medio será clave para el porvenir de nuestro país. Ya no valen excusas. Ya no vale decir que los opositores no son serios, o que los opositores de Guinea se son unos vendidos que no tienen principios. Ya no vale seguir cargando todo el peso de la lucha sobre los hombros de la oposición. Ya no vale esperar que otros hagan el trabajo. Ya no vale criticar, ni decir maldecir a la dictadura desde el cuarto de baño. Ya no basta con el puñetazo encima de la mesa del bar. Ya no basta con el post de facebook… Si eres guineano y no eres escoria a merced de cualquier dictador infame; si no eres un cordero resignado que se deja degollar sin pelear. Si eres guineano y te tienes por un hombre decente y lúcido. Si eres guineano y te tienes por un hombre bueno y por un honrado mercenario… es el momento de encontrar una plaza en la que luchar. Si seguimos asistiendo impasibles y displicentes los malos volverán a ganar; elegirán a su candidato y seguirán destrozando nuestro país y nosotros habremos sido sus principales cómplices. Si, por el contrario, decidimos que es el momento de luchar, no tengáis ninguna duda: ¡GANAREMOS!
Guinea Ecuatorial será el país que nosotros queramos que sea. Es 100% seguro que ellos intentarán mantenerse. La pregunta es ¿qué haremos nosotros?
Por Sir Lucky Dube
Somewhere in South Africa