Un total de 36 países se han independizado en los últimos 30 años, lo que significa que cada año que pasa hay al menos un territorio en el que triunfa la voluntad de sus ciudadanos. Igual que Abjasia en 2008, la independencia de Sudán del Sur en 2011 ha supuesto una nueva corrección de las aberraciones que situaciones predemocráticas como guerras, dominaciones y procesos coloniales han venido generando a lo largo de la historia. Además, la división del que era el país más grande de África, supone una nueva derrota para quienes defienden los viejos estado-nacion.
Al igual que los ciudadanos de Sudán del Sur, los de Abjasia se han
posicionado masivamente a favor de la independencia. La diferencia es que en
Sudán, Jartum reconoce el proceso democrático sursudanés mientras que Tiflis
rechaza el abjaso. La vieja política exterior de algunos países reaccionarios
se sustenta en el principio predemocrático de que ningún pueblo tiene derecho a
una autodeterminación libre y pacífica si no lo autoriza el Estado opresor.
Estos no reconocen a Palestina si Israel no da su permiso, ni al Sahara sin la
bendición de Marruecos y tampoco a Abjasia sin que lo autorice Tiflis. Un
argumento que choca con la realidad ya que hoy en el mundo hay 36 países con
menos de 30 años de existencia.
A diferencia de lo que la diplomacia equivocada mantiene, los procesos de
independencia no son una anécdota. De los 49 países fundadores de la ONU en
1945, Sudán del Sur hará el número 193 y el número 54 del continente africano.
En África, mientras Guinea-Bissau, Angola, Santo Tomé y Príncipe, Mozambique y
Cabo Verde finalizaban sus celebraciones de independencia (1974-75), la nueva
Zimbabwe ponía fin a casi un siglo de dominación británica y en 1980
desaparecía la Rhodesia colonial. Diez años más tarde le tocó el turno a
Namibia, que logró liberarse de Sudáfrica. En 1993 sería Eritrea la que se
independizaba de Etiopía. Entre esta fecha y el actual Sudán del Sur, África se
ha dejado a los saharauis en el camino porque si bien Somalilandia también espera
su turno, es un país independiente de hecho. En África, desde 1980, han surgido
cuatro nuevos países.
En América sólo Belice logró abandonar el imperio británico en 1982 -
excluyendo a Curazao y San Martín surgidas de la desintegración de las Antillas
holandesas el pasado año. Queda Puerto Rico, que no pertenece a EE.UU., pero
que tampoco es independiente. En Asia, Brunei nacería como nuevo Estado en 1984
y Timor Oriental aprobaba su independencia en referéndum en 2002. A estos hay
que añadirles las repúblicas exsoviéticas de Kazajistán, Kirguizistán,
Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. En Oceanía cabe destacar la
independencia del pequeño Palaos - 20.000 habitantes, catorce veces menor que
Abjasia - miembro de la ONU desde 1994.
Con todo, es en Europa donde siguen surgiendo países. El viejo continente
ha contemplado casi el doble de las independencias proclamadas en el resto del
mundo. Si el diseño de los países africanos es claramente artificial, los
procesos de liberación nacional europeos nos llevan a pensar que este
continente, forjado a espada y fuego, fue diseñado de una manera aún más
artificial e impuesta. Solo en las últimas dos décadas Europa ha alumbrado un
total de 20 nuevos países: Eslovenia, Croacia, Bosnia, Montenegro, Macedonia,
Serbia, Estonia, Letonia, Lituania, Bielorrusia, Ucrania, Georgia, Moldavia,
Armenia, Azerbaiyan, Eslovaquia, República Checa, Kosovo, Abjasia y Osetia del
sur. Los tres últimos pendientes de ser reconocidos en forma más extensiva.
Pero hay todavía países que deberán acceder a su libre determinación para que
la democracia interna de los países llegue a la comunidad internacional y
corrijan el diseño que del mundo hicieron los antiguos imperios. Y lo que la
historía nos demuestra es que cada año hay un nuevo país en el mundo, siendo la
creación y el posterior reconocimiento de nuevas repúblicas algo normal y
necesario para la vida en paz de sus pueblos.