Parcheando la tambaleante «democratura» para simular una democracia real.
Por Ma-Bàlle ma-a Joba
Hace unos años, cuando el camaleónico dictador de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, notó la decidida presión de las instituciones internacionales en el sentido de democratizar un país que comenzaba a ingresar ingentes cantidades de dólares gracias a la producción del petróleo, no tuvo más remedio que dar su brazo a torcer. Pero, como buen tramposo que ha sido siempre, este cleptócrata autoritario decidió establecer una democracia «simulada», una democracia «de juego»; en otras palabras, una democracia en la que todo el mundo podrá votar pero la decisión de los resultados la tomará él, mientras hostigaba a sus oponentes políticos de todas las maneras posibles.
Y, ni corto ni perezoso, se puso manos a la obra. Hizo una selección de los partidos que podían hacerle oposición y los legalizó; y como lo manda sus cánones de tramposo, eligió a aquellos que le parecían más débiles, desestructurados y manejables. A la vista de esta maniobra, la oposición optó por montar una plataforma, provocando un enorme susto en el tramposo dictador. Como siempre obraba, Obiang Nguema decidió encarcelar y maltratar a la oposición; sabiendo que con el petróleo podía obrar como un niño mimado sin grandes consecuencias.
Hace unos días tuvo lugar la V congreso de su partido único nacional PDGE y se dice que en su discurso, el presidente vitalicio del PDGE se jactaba de haber implantado una democracia que funcionaba muy bien. ¡Alucinante! Este tío tiene una cara que se la pisa.
Hasta antes de su discurso, teóricamente, Guinea Ecuatorial estaba en la era de la democratura, que el dictador llamaba con cariño «ensayo democrático». Hoy nos despertamos y estamos en una «boyante y sana democracia». ¡Ja!
Falacias y más falacias.
La guinda fue el nombramiento de su primera esposa como «presidenta de honor».
¿Se debería ver en este nombramiento una cierta falta de confianza hacia su vástago «playboy» buscado por la justicia en Francia? Posiblemente. ¡Cómo han cambiado las cosas!
Desde que el inútil vástago de esta extraña pareja de cleptócratas siente en el cogote la respiración de la Policía por la orden de búsqueda y captura internacional extendida por la Justicia Francesa, notando que las fuerzas le están abandonando, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo pone la venda antes de la herida, nombrando por «decreto» (o por unanimidad del PDGE, lo que viene a ser lo mismo) a su primera mujer «presidenta de honor».
AL margen de estas vacuas noticias, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo debería saber que, en un Estado de Derecho, el poder debe ser controlado por el pueblo.
Este control se asocia directamente con la separación de los poderes, aunque esto le suene a chino. Es más, en las democracias más desarrolladas, aparte del control indirecto del pueblo a su gobierno a través de sus representantes, se están implementando leyes que permiten un control directo de los ciudadanos a las acciones de los gobiernos; algo que seguramente le volverá a sonar a chino. Que le conste que para hacer posible esto, es necesario legislar en el sentido de facilitar el acceso a la información de los ciudadanos; pudiendo así pedirle al gobierno que le explique cualquier situación que no sea lícita, y este debiendo dar las explicaciones pertinentes.
De haber existido tal transparencia de información a los ciudadanos seguro que no se plantearían casos de corrupción y «robo a mano armada» de los ingresos del Estado (sea en el sector petrolífero como en el sector maderero), como el que está procesando la Justicia Francesa.
De esta manera, tampoco tendría que estar clamando en la Televisión Francesa «France 24», que venga una comisión rogatoria internacional a verificar que ni él ni su hijo son ladrones.
La estupidez y la inoperancia tienen sus letras de nobleza en el seno de la cleptocracia clánico-tribal-étnica fang de Mongomo que encabeza Guinea Ecuatorial desde hacen más de cuatro décadas.
En el mundo de hoy en día, la calidad de la democracia se mide en función de dos parámetros esenciales, es decir, el binomio transparencia y acceso a la información.
El ejemplo más apabullante de la falta de transparencia para mejor robar, es la declaración de «secreto de Estado» de los ingresos petrolíferos, que están sirviendo para:
— incrementar la riqueza personal y familiar de esta pareja de cleptócratas;
— mantener su apariencia de nuevo rico y el alto nivel de vida de su inútil vástago, regalando dinero en el extranjero a pesar de la miseria en la que vive la población del país;
— y por consiguiente, manipular todas las cifras del país en un sentido o en el otro, según convenga.
Aquél gobierno que esté dispuesto a entregar a sus ciudadanos más información cierta y sistemática es un gobierno mucho más democrático que aquél otro que se niega a suministrar expedientes, cifras, datos de su acción, documentos; que no rinde cuentas de sus actos ni toma su responsabilidad; que mantiene todo en secreto; que se especializa en acumular información pública y privada sin revelarla; etc., se llama gobierno autoritario.
Y si, además, se jacta de ser una democracia a pesar de todo, se llama democratura y no democracia.