Por: JESÚS
GARCÍA-LUENGOS- ALICIA CAMPOS- 15/11/2013
Como se han encargado de reseñar algunos
medios de comunicación, el partido que La Roja tiene previsto jugar contra la
selección de Guinea Ecuatorial no es un partido cualquiera, porque puede
contribuir a legitimar con su actuación a uno de los regímenes más represores y
corruptos del planeta. En un mundo atravesado por múltiples crisis y déficits
ingentes a nivel internacional, y cada vez más entrelazado, son precisamente
las acciones coherentes y ejemplares las únicas que pueden aportar luz y
generar avances. El fútbol, por su capacidad extraordinaria de movilización
social, y La Roja, por los valores que representa, no pueden quedar al margen
de este escenario.
Jugar al margen del pueblo ecuatoguineano
En primer lugar (y
en contra de lo señalado por un dirigente de la Real Federación Española de
Fútbol), es muy cuestionable que La Roja vaya a jugar "para el pueblo
guineano". La gran mayoría de la población de Guinea Ecuatorial (con casi
un 80% viviendo con menos de 2 dólares diarios y una esperanza de vida al nacer
que apenas supera los 51 años) no es precisamente la que más se beneficia de la
legitimación internacional que estos eventos proporcionan al régimen del
Presidente Obiang, o de las sumas colosales que se invierten en construir
edificios e infraestructuras para acoger eventos como la Cumbre de la Unión
Africana de 2011 (con un gasto que cuadriplicó el asignado a Educación) o la
Copa Africana de Naciones (durante la cual se hostigó a los periodistas
extranjeros que intentaron informar sobre temas no estrictamente deportivos).
Los principales beneficiarios del partido previsto serían las elites
gobernantes de Guinea Ecuatorial y una federación nacional de fútbol que no ha
apostado por el deporte de base, y cuya selección está integrada sobre todo por
deportistas nacionalizados, originarios de otros países.
La neutralidad es insosteniblexxxxxxTampoco cabe en este caso
acudir al argumento de la tradicional neutralidad del fútbol, para justificar
el encuentro deportivo. Desde el momento en que la actuación de La Roja va a
ser aprovechada por el régimen dictatorial ecuatoguineano en su favor, dicha
neutralidad queda desvirtuada. Lo neutral, en todo caso, sería abstenerse de
jugar el partido previsto.
La coherencia es el único criterio aplicable
Este criterio es extrapolable
a muchos ámbitos. E implica que se analice, caso por caso, de cara a futuros
encuentros de la selección española. En Guinea Ecuatorial, a la violación
sistemática de derechos y libertades fundamentales, y al control y fraude de
los procesos electores, se le añade una inmensa riqueza derivada del petróleo
(actualmente, más de 300.000 barriles/día), de la que ha quedado excluida la
gran mayoría de la población.
Esta riqueza ha sido
determinante para la desactivación, a partir de mediados de los 90, de las
presiones internacionales encaminadas a la democratización del régimen, y para
que éste acreciente exponencialmente su influencia externa. Gracias a los
hidrocarburos, Guinea Ecuatorial ha sido una de las economías que más han
crecido en el mundo (a una media de un 16,9% entre 2000 y 2011; con un aumento
del ingreso per cápita acumulado del 272% en dicho período), sin que existe una
mínima correspondencia en la mejora de los servicios sociales básicos y las
condiciones de vida del conjunto de sus 740.000 habitantes.
La clave de esta
situación reside en la gestión personalizada que Obiang y su clan familiar han
realizado de las rentas del petróleo, en condiciones de gran opacidad. Cientos
de millones de dólares se han transferido al exterior, o han sido depositados
por multinacionales petroleras directamente en el extranjero en cuentas
bancarias a nombre del presidente y su familia. Actualmente hay diversos
procesos judiciales en curso por malversación, en Estados Unidos, Francia y
España.
Ser consecuentes en este
caso, en un contexto de crisis profunda, que España comparte con otros países,
implica agudizar nuestros reflejos solidarios ante la opresión, el
acaparamiento ilícito y masivo de ingresos públicos y el aumento de las
desigualdades sociales más allá de nuestras fronteras, En este sentido, los
representantes del deporte español, como ciudadanos globales que son, están
llamados a desempeñar un papel especialmente relevante en la promoción de
valores sociales comunes.
La imagen de España está en juego
Siguiendo con el criterio
de coherencia, parece razonable pensar que dicho evento deportivo no
contribuirá a mejorar la imagen internacional de España ni a reforzar la tan
enarbolada "marca España". Lo cual es especialmente importante en un
contexto en el que las empresas españolas (muchas de ellas, con gravísimos
problemas en Guinea Ecuatorial a causa de la extorsión) están siendo
respaldadas por la "diplomacia económica" del gobierno español para
que aumenten sus inversiones y ventas en el exterior. Si existiese algún motivo
específico, más allá del deportivo, que justifique la celebración del partido,
como ciudadanos y contribuyentes deberíamos exigir explicaciones.
Dada la complejidad de
incidir sobre las cuestiones reseñadas en la arena internacional, debido al
poder y al blindaje de regímenes como el de Guinea Ecuatorial, en pocas
ocasiones existe una oportunidad tan clara para actuar de forma consecuente y
tener un cierto impacto, en concordancia con los valores ejemplares que
representa La Roja y que trascienden ampliamente nuestras fronteras. No hacerle
el juego al régimen de Obiang sería, por tanto, la mejor victoria.
Jesús García-Luengos (Centro de Investigación sobre
Seguridad y Gobernanza Transnacional - RESET) y Alicia Campos (Dpto. Antropología
Social, Universidad Autónoma de Madrid, UAM). Ambos son miembros del Grupo de
Estudios Africanos (GEA) de la Universidad Autónoma de Madrid.