miércoles, 2 de noviembre de 2011

El analfabetismo político visto por Bertold Brecht (1898-1956)

Desde que comenzara la era del petróleo, las incontenibles ansias de riqueza del entorno de Obiang Nguema y su clan han conducido a Guinea Ecuatorial a una situación en la que abunda el analfabetismo político al mismo tiempo que pasa a ser la norma, la referencia. Aquél que roba, por más tonto que sea es el que tiene el poder político. Los enormes ingresos del

Petróleo han permitido comprar voluntades, contratar a expertos «lavadores » de imagen, cuyo trabajo felizmente no ha funcionado tan bien como constaba en los millonarios contratos firmados con la dictadura guineo-ecuatoriana.

Llamemos las cosas por su nombre. Cuando se establece y desarrolla un poder político que se basa en el robo de los fondos del Estado, lo que incentiva una institucionalización de la

corrupción y sus derivadas más evidentes (el nepotismo y el clientelismo político) es que de facto creamos una cleptocracia (del griego, clepto: robar; y cracia: gobierno). En este régimen político, los ladrones son los que dominan, los que detentan el poder político.

En Guinea Ecuatorial conviene considerar también la plutocracia (del griego ploutos: riqueza; y cracia: gobierno). Es aquél sistema de gobierno en el que existen influencias desequilibradas en la toma de decisiones a favor de los que ostentan las fuentes de riqueza del país. En este régimen político, el gobierno es el que tiene el poder del dinero. Todos los medios de comunicaciones están controlados y al servicio de aquella «élite» que gobierna al mismo tiempo que controla el dinero. Sin embargo, la plutocracia no sólo se vale de los medios de comunicación para su objetivo sino que, llegado el caso, directamente opera adquiriendo voluntades mediante la compra, venta o licitación del voto. La plutocracia se nutre y recicla

con la cleptocracia en un valioso juego de pesos y contrapesos. En el caso de Guinea Ecuatorial ambas formas de gobierno conviven buenamente en una armonía sin igual. Esta es la base sobre la que se apoya este «nguemismo» de segunda hora para corromper a menores, comprar a la «oposición», comprar a los dictadores africanos, comprar voluntades por todo el mundo, incluyendo el caso del famosos premio de la UNESCO.

Tras asesinar a mansalva a políticos de las otras etnias e incluso de la suya propia; tras quemar poblados enteros; estando claro para todo el mundo que el dinero del que hace gala es robado al Estado de Guinea Ecuatorial; este pobre analfabeto político pretende que el mundo le recuerde como un «mesías» que vino a liberar a África de no sé qué. Este pobre analfabeto político no sabe lo que es un Estado, no tiene idea de lo que significa derechos de una persona. Porque roba los fondos estatales para instituir un premio de 3 millones de dólares cuando en el país existen muchísimas personas que tienen que sobrevivir con menos de 1 dólar al día.

Sería una inmoralidad que la UNESCO admitiera este premio a nombre de un sádico dictador cuyo único mérito es ahogar a sus conciudadanos. Esto sería un precedente muy peligroso.

Daríamos paso a un mundo en el que los dictadores serán los santos, mientras la gente que realmente sufre las consecuencias de sus actos, meros objetos a los que no se dedicará más que una mirada de 5 minutos.

Por esta razón vamos a dedicarle a este dinosaurio de Akuakam, gran analfabeto político, estas reflexiones de Bertold Brecht.

  Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, el de Guinea Ecuatorial
«El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, ni participa en los acontecimientos políticos.

No sabe que el costo de la vida, el precio del pan, del pescado, de la harina, del alquiler, de los zapatos o las medicinas dependen de las decisiones políticas.

El analfabeto político es tan burro, que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política.

No sabe, el imbécil, que, de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos, que es el político trapacero, granuja, corrupto y servil de las empresas nacionales y multinacionales.»

BERTOLD BRECHT