jueves, 22 de septiembre de 2011

"Sobornos y chanchullos en la embajada de Guinea Ecuatorial en Madrid"

"Sobornos y chanchullos en la embajada de Guinea Ecuatorial en Madrid"


Trifonia Melibea Obono Ntutumu, 21 de septiembre 2011

Obiang se merece muchas felicitaciones. En serio. El dictador ha conseguido que la representación diplomática ecuatoguineana en España, se refugie en un edificio refinado y ostentoso. Es decir, los funcionarios de la embajada hoy, trabajan en una vivienda amplia: consta de un piso, luce en el exterior la bandera “patriótica” y acoge una fuente de agua blanquecina en la parte trasera.

Sin embargo, aunque el mono se vista de seda, mono se queda, eso dicen los sabios. Y no hace falta ser sabio para descubrir que los sobornos, la irresponsabilidad, los chanchullos y el machismo determinan el comportamiento de los empleados de la embajada ecuatoguineana. La evidencia salta a la vista. Incluso, antes de entrar al edificio, un funcionario exige que todos los visitantes abandonen los bolsos en una casucha, a cambio de un número y nada más.

Nada más porque en la planta baja de la vivienda, donde esperan durante inagotables horas los administrados, ningún cartel indica dónde se reclaman los objetos perdidos. Lo que sí ocupa las paredes son las imágenes de Obiang y sus infinitos cargos recogidos en el pie de foto; un televisor, que sintoniza el canal proclamado “televisión de Guinea Ecuatorial” pero que emite generalmente, música africana y publicidad sobre los recursos naturales ecuatoguineanos, así como imágenes sobre la ciudad de Sipopo…

Un detalle muy destacado constituye la mini librería que la administración Obiang ha establecido en la sala de espera, pero que sólo contiene dos libros –ninguno pertenece a Donato Ndongo ni Juan Tomás Ávila, dos de los escritores más destacados en el panorama nacional-, y la revista del Partido Democrático de Guinea Ecuatorial.

Los sobornos se exhiben a la vista de todo el mundo y la arbitrariedad administrativa se repite constantemente. Las solicitudes de documentos se admiten por amiguismo y se conceden con prontitud a la persona que más paga. En la pared está colgado un cartel. El cartel comunica a los administrados que sólo de tres a cuatro de la tarde, se entregan los documentos solicitados, pero en la práctica, no sucede así: la discriminación está institucionalizada.

La falta de responsabilidad y los chanchullos se reflejan en dos campos. En primer lugar, los funcionarios llegan tarde a la oficina, la mayoría, a partir de las once y media de la mañana. Y no tardan en salir otra vez para desayunar o charlar tranquilamente con un amigo o pariente en los pasillos. En segundo lugar, el fang constituye la lengua vehicular que utilizan los empleados no sólo para dialogar entre ellos a viva voz, también para atender a cualquier persona de piel negra. Así es. Con esta actitud, pisotean la identidad de los compatriotas no fang, y todos los fang que se sienten identificados con el castellano, ya que forma parte de la identidad de Guinea como estado.

Con respecto al machismo, es suficiente ojear el interior de los pasaportes para descubrir cómo la administración ecuatoguineana convierte e las mujeres en propiedad de los hombres. En las páginas segunda y tercera, relacionadas con las “Señas Personales”, el documento establece que después de los datos del titular del documento, que puede ser un hombre o una mujer, la esposa y no el esposo, apunten sus datos. Repito: la esposa, no el esposo. Es decir, las mujeres ecuatoguineanas casadas, están incluidas en los documentos de los maridos, como una propiedad más. No. Así no. El matrimonio es un contrato, formado por dos personas que se quieren. La inclusión de la mujer en los documentos personales del esposo, sólo tiene una explicación: las consecuencias del patriarcado.

A continuación, están recogidas las opiniones de las personas –ecuatoguineanas- que alguna vez, han sido atendidas en la embajada de Guinea en Madrid.

Andrés, peón, 30 años, vive en Bilbao.

“Habría que repartirse Guinea en partes iguales. A Cada compatriota le tocarían unos euros y ya está. Guinea no tiene solución si no se empieza por tratar a todo el mundo por igual ante la ley. Trabajo en Bilbao y la empresa me concede un día libre por semana, por eso he aprovechado hoy para renovar el pasaporte de mi esposa que está de baja por maternidad. Dio a luz hace dos semanas. Pero llevo cuatro días en Madrid esperando una firma que no llega: ¡sólo una forma! Si no llevara siete años trabajando en una misma empresa y como negro, me habrían despedido. España está en crisis y nadie juega con el trabajo. Pero no puedo quejarme en voz alta, no tengo familia en el poder. Nadie me va a defender.”

Cecilia, 40 años, camarera, vive en Valencia

“He solicitado la renovación del pasaporte a las once de la mañana. La funcionaria me ha pedido ciento diez, en vez de 23 euros como debe ser. Los he pagado a cambio de que a las quince horas, me entreguen el documento ya elaborado. Como les he sobornado, creí que a la hora indicada, me atenderían, pero, ¡mira el reloj, mira!, ¿lo ves, lo estás viendo? ¡Son las cinco y media de la tarde! Y eso que cerré el billete de autobús para regresar a las 16 horas. Y como si esto fuera poco, después de pagar, vi entrar a un ex compañero del instituto Rey Malabo y se lo comenté. Me regañó mucho, señalando que no debí pasar por el procedimiento normal para renovar el pasaporte, mi obligación era esperarle. Le pregunté por qué y me dijo: esto es Guinea, no te dejes llevar por el nombre embajada, en cuanto entras en estas cuatro paredes, compórtate como si hubieras tomado el avión y regresado a tu país. Con esto me lo dijo todo. Estoy segura.”

Ángel, 28 años, estudiante, vive en Badajoz

“Necesito el pasaporte renovado para retirar mi título. He terminado la carrera. Los funcionarios han descubierto que estoy desesperado y no te creas, me han robado ciento veinte euros. Antes de pagarle con los euritos que quedaba en mi bolsillo, me han contestado que no pueden entregarme el documento hoy porque la cónsul no se encuentra, ¡no sé que pinta ella en todo eso, pero bueno, cosas de Guinea! Al final pagué y me dijeron: hoy, te lo entregamos como Dios manda. Prometieron que a las tres y media, me lo devolverían con la firma, y no sabes lo que ha sucedido. Minutos antes de cerrarlas oficinas me dijeron: no encontramos tu pasaporte, se ha perdido. Me eché a llorar. Espero que mi padre no me escuche, él me enseñó que los hombres no lloran. Al final lo encontraron. La chica que me atendió, con toda la desfachatez del mundo, me entregó su tarjeta y añadió que la llamara sólo a ella la próxima vez que necesitara realizar un trámite en la embajada. ‘Soy la mano derecha de Victoria Mbasogo, la pariente de Obiang, la que realmente manda en la embajada’, sentenció. ¡Qué vergüenza!”

Fuente: asodegue