By: Fernando García Gimeno
Algete a 14 de enero 2015
Algete a 14 de enero 2015
Aunque lo explico en mi libro Fernando el Africano (páginas
45/48), reitero lo mal que lo pasaron transcribiendo el relato que hace de ese
hecho, Dolores García Cantús en su magnífica tesis doctoral.
A primero de septiembre de 1779, llegó a Santo Tomé la zumaca
Concepción fletada en España por la Real Hacienda), al mando del teniente de
fragata Guillermo Cardoner, Primo de Rivera la despachó hacia Fernando Poo para
un reconocimiento de sus costas con el fin de establecerse allí. El 12 de
septiembre Carboner llegó a una ensenada, situada en el suroeste, donde entró.
“Reconocí y puse el nombre de Concepción. Aquí se bajó a tierra y se trató con
unos 30 negros que se presentaron manifestando mucho agrado y confianza”.-
Carboner bordeó toda la costa de la isla hasta la ensenada de San Carlos,
encontrando tres ensenadas al este (del Corral, de la Cruz e isla de los
Pájaros) y cuatro al norte. También reseña en su informe el encuentro en la
isla con un navío británico.
Con los informes de Carboner, los jefes de la expedición
decidieron instalar el establecimiento en la ensenada de Concepción por tener
agua en abundancia, leña y estar relativamente abrigada de las turbonadas.
Después del intento fallido de reclutar trabajadores cualificados. Primo
opta por comprar 60 esclavos de una embarcación portuguesa para facilitar las
tareas de desmonte, desecación, construcción etc. Todo ello notificado a Gálvez
por Primo y Grandellana, ya que representaba la primero línea directa y oficial
que hacían los españoles en el Golfo de Guinea. En febrero de 1780 los esclavos
exhaustos a causa de los duros trabajos de infraestructura en la colonia y
atacados de viruela, morían en masa o huían al monte. Pero todas estas noticias
llegaron a Madrid después.
Mientras tanto, el 29 de noviembre de 1779, la flota
española se hizo a la vela para Fernando Poo, llevando víveres sólo para
seis meses. A finales de febrero las enfermedades habían hecho mella en
la tripulación y los trabajos no podían realizarse porque cincuenta esclavos
estaban enfermos de viruela y seis ya habían muerto.
El Santiago y la polacra Santa Engracia llegaron desde
Canarias el 20 de enero de 1780, a Príncipe. El primero quedó en la isla
desembarcando los pertrechos ya que la ensenada de Concepción aún carecía de
almacenes, la Santa Engracia se dirigió a Fernando Poo, desde donde Primo la
despachó, con correo a la Península, pero fue apresada por los ingleses. En
este correo se le comunicaba a Gálvez todos los infortunios ocurridos: las
embarcaciones estaban atacadas por la broma (insecto que destruye la madera),
las defunciones se elevaban ya a 85 y en el hospital había 54 enfermos, sin
incluir los oficiales y cirujanos, también dados de baja” contando solamente
con dos sargentos y 21 hombres, únicos que hacían el servicio de guarnición.
Tan solo le quedaban a Primo cuatro carpinteros negros paralizados por el
miedo. Por otra parte las medicinas enviadas desde Canarias habían
llegado en mal estado y la actitud de los habitantes de la parte norte de la
isla no era precisamente amigable. Solicitaba auxilios y el envío de dos
compañías de tropa y operarios de todas clases para lo que ya proponía “que se
escogieran negros de la Habana o de Cartagena de Indias, acostumbrados a malos
climas”. El gobernador de Santo Tomé, Juan Manuel Azambuja, enterado de las
desgracias de los españoles, se ofreció a socorrer a Primo con 60 hombres, pero
la ayuda quedó en proyecto porque el 2 de agosto anterior había llegado el navío
Santiago procedente de Fernando Poo, esparciendo tales rumores que hicieron
imposible formar el socorro con voluntarios por motivo del horror con que las
noticias del establecimiento tenían preocupados a estos pueblos.
En Madrid conscientes de la desesperada situación en que se
encontraban los restos de la expedición, el día 22 de agosto se había ordenado
el flete de una embarcación neutral, con el fin de que no pudiese ser apresada
por los ingleses, hacia Guinea. Y el 16 de octubre sin ningún conocimiento de
lo que había ocurrido en África, Carlos III ordenó al virrey de Buenos Aires
que enviase 50.000 pesos por medio de naves portuguesas que fuesen a Santo
Tomé.
De hecho mientras se estaban cursando esas órdenes, se
desencadenaba en Guinea la tragedia final, un motín contra Primo de Rivera por
parte de la tropa cuyo único objetivo era dejar el establecimiento como
condición imprescindible para sobrevivir.
En efecto, durante el verano del motín, la situación de los pocos
españoles que quedaban en Fernando Poo se hizo desesperada: los víveres estaban
en mal estado y comenzaban a escasear, la harina había sido roída por las
ratas. Casi todos los soldados que quedaban en el establecimiento estaban
enfermos de escorbuto y todos temían la llegada de las turbonadas otoñales,
famosas en el Golfo de Guinea.
Las circunstancias adversas de los españoles eran múltiples. Como
afirma Palau Claveras al realizarse el sumario contra los amotinados. :
Todos hasta el mismo Primo de Rivera coinciden en afirmar la trágica situación
de los españoles, sin alimentos o estar averiados, sin medicinas, ni
facultativos, con fiebres, con muertes cotidianas, con deserciones continuas de
negros, sin ayuda de la metrópoli, angustiada que estaba con los apresamientos
ingleses, y con la marcha absolutamente necesaria de la bahía por el mal estado
del amarre del único navío que les quedaba en condiciones de navegar.
En efecto el navío Santiago al mando del capitán francés Sicart
llegó el 19 de septiembre a Fernando Poo, procedente de Santo Tomé. El barco
estaba ya en mal estado al salir de Canarias, quizás por ello su armador lo
regaló a la Real Haciendasin más obligación que el coste del seguro, y al llegar
a la isla se encontraba en el siguiente estado. :
Tenía toda la proa podrida, por dentro y por fuera, así como el
palo trinquete, su verga, el bauprés rendidos, los trancaniles abiertos dejando
pasar a chorros el agua a la bodega y deficientes los cables, siendo de opinión
que el barco no podía resistir las primeras turbonadas.
Por lo tanto el Santiago, la última esperanza de a ropa española
de salir de la mortífera isla, casi no podía navegar, Primo de Rivera dio orden
al capitán Sicart de volver a Santo Tomé para arreglar el barco y traer
los socorros oportunos. Esta orden fue la desencadenante del motín pues los
soldados que querían partir hacia Santo Tomé temieron verse nuevamente
desamparados y olvidados durante otros seis meses.
Además de las pésimas condiciones objetivas sufridas por los
expedicionarios el ambiente psicológico era el terror y paranoia colectiva a
causas de la conjunción de otra serie de circunstancias más objetivas.
Los bubis, que ya habían rechazado la dominación española desde el
principio se volvieron más audaces conforme iba menguando la fuerza y cantidad
de tropa. Las descripciones de enfrentamientos entre ambos grupos son continuas
en el memorial del sargento amotinado, Jerónimo Martín, se deduce que el miedo
a un ataque de los bubis una vez partido el navío fue un factor determinante.
Por otra parte según denuncia Claveras el trato del Primo de
Rivera era duro. Como ejemplo y según juicio de valor: A palos obligaba a salir
de las chozas a los negros que eludían la asistencia de misa. También se le
acusaba de haber echado a palos del hospital al soldado Andrés Pérez mientras
le gritaba “Maulón” tu lo que buscas es no trabajar” y a los pocos días moría,
al soldado León no le permitió curarse y murió con una cadena puesta entre las
piernas en trabajos duros. Y por último Félix García murió de un palo a las
partes porque no había ido a oír Misa.
MIS COMENTARIOS
La razón asistió a los sublevados, ya que el mismo Primo de Rivera
cuando se celebró el juicio en tierras americanas solicitó el indulto para los
mismos y les fue concedido.
La verdad es que el fracaso del primer asentamiento de los
españoles en aquellas tierras, hizo que se enfriaran los ánimos y hasta
mediados del siglo XIX no volvieron a emprender de una forma constante el
asentamiento en aquellos parajes. Se puede afirmar que España estuvo en Guinea
de una forma vigorosa cuarenta años. En 1930 todavía no existía la carretera
que unía las dos principales poblaciones de la Isla de Fernando Poo. Los contactos
con la Península se reducían a un barco mensual. En el Continente el comercio era con Bata y Kogo, junto a la costa, el
interior era casi desconocido. Con el agravante que en esos cuarenta años,
España sufrió una guerra civil que durante unos años aisló más esos territorios
de la Península.
España hizo el cambio de tierras americanas con Portugal, pensando
en establecer en aquellos parajes unos depósitos de esclavos y no tener que
comprárselos a los ingleses básicamente, pero cuando se lo tomó de una forma
mejor planificada, los ingleses astutamente convencieron a los países europeos
a firmar el Tratado de la Represión de la esclavitud y además se erigieron en
guardianes de su cumplimiento. De tal forma que sus navíos de guerra apresaban
a los traficantes de esclavos y otras veces a barcos que efectuaban comercio en
las costas del Atlántico, acusándolos de traficantes de esclavos. De esa forma
controlaban el comercio con los africanos, especialmente el aceite de palma que
precisaban para su incipiente industria de maquinaria.
Es una muestra más del fracaso colonizador de España, incluso en
la Independencia de Guinea, si el los primeros tiempos hubieran ayudado al
demencial Macias, facilitándole la Ayuda económica necesaria para la nueva
administración o a Teodoro Obiang al dar el golpe de Estado, le hubieran
garantizado las fuerzas de su propia seguridad, hoy el floreciente comercio de
Guinea y su petróleo estaría vinculado a España.